viernes, 16 de enero de 2009

El coleccionista desengañado

Judy Gibson. Nuevos horizontes
Conocí una vez a un coleccionista -loco de remate como todos sus semejantes- el cual había logrado reunir, a fuerza de viajes, terquedad y libras esterlinas, los siguientes rarísimos objetos:
Unos anteojos usados por Baruch Spinoza.
Un reloj montado por el emperador Carlos V.
Una llave y una cerradura hechas por el rey de Francia Luis XVI.
Un par de zapatos fabricados por León Tolstoi.
Una encinita desarraigada y escuadrada por Guillermo, emperador y rey.
A resultas de muchas de otras locuras de este género se quedó arruinado y un día, con pesar, se decidió a servirse de sus venerables rarezas. Entonces se dio cuenta que con los anteojos de Spinoza no veía; de que no había manera de poner en marcha el reloj de Carlos V; de que la llave de Luis XVI no entraba en la cerradura; de que era imposible andar con los zapatos de Tolstoi, y de que la encinita de Guillermo, enmohecida, no ardía, ni por sueño.
El que en esta verídica historis haya o no una serie de símbolos pedagógicos es algo que dejo a la decisión de los más juiciosos y sagaces lectores.

Exposición personal
Giovanni Papini

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