El hombre que corrompió a Hadleyburg

Sucedió hace muchos años. Hadleyburg era la ciudad más honrada e íntegra de toda su región. Había mantenido su reputación sin mácula durante tres generaciones, y estaba más orgullosa de ello que de ningun otro de sus bienes. Tan orgullosa estaba, y tan ansiosa de asegurar que así se perpetuara, que empezó a enseñar los principios del comportamiento honesto a sus niños en la cuna, y convirtió esas enseñanzas en lo primordial de la cultura de todos ellos en adelante, por todos los años que dedicó a la educación de sus niños. Así mismo, a lo largo del período de formación, las tentaciones se mantenían lejos del camino de los jóvenes, de modo que su honestidad tenía todas las posibilidades de fortalecerse, solidificarse y llegar a ser una parte de su misma médula. Las ciudades vecinas estaban celosas de esta supremacía honrosa, y fingían desdeñar el orgullo que Hadleyburg demostraba por ella y lo llamaban vanidad, pero aún así estaban obligadas a reconocer que Hadleyburg era en realidad una ciudad incorruptible; y si se veían presionadas, también reconocían que el mero hecho de que un hombre fuera de Hadleyburg era la única recomendación que necesitaba cuando salía de su lugar natal en busca de un empleo responsable

"El hombre que corrompió a Hadleyburg"
Mark Twain