Querido Marco:
He ido esta mañna a ver a mi médico Hermógenes, que acaba de regresar a la Villa después de un largo viaje por Asia. El examen debía hacerse en ayunas; habíamos convenido encontrarnos en las primeras horas del día. Me tendí sobre un lecho luego de despojarme del manto y la túnica. Te evito detalles que te resultarían tan desagradables como a mí mismo, y la descripción de un hombre que envejece y se prepara a morir de una hidropesía del corazón. Digamos solamente que tosí, respiré y contuve el aliento conforme a las indicaciones de Hermógenes, alarmado a pesar suyo por el rápido progreso de la enfermedad, y pronto a descargar el peso de la culpa en el joven Iollas, que me atendió durante su ausencia. Es difícil seguir siendo emperador ante un médico, y también es difícil guardar la calidad de hombre.
"Memorias de Adriano"
Marguerite Yourcenar
2 comentarios:
Es un excelente texto este de Yourcenar. Y es increíble como las palabras pueden transmitir la miseria humana.
Cuando paso por un trance de menoscabo similar, recuerdo este comienzo de una novela que, por lo demás, se grabó a fuego en mi frente allá mis veintitantos. ¡Y pensar que la leí porque la traducción era de mi amado Cortázar...!
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