lunes, 4 de febrero de 2008

Memorias de Adriano

Querido Marco:
He ido esta mañna a ver a mi médico Hermógenes, que acaba de regresar a la Villa después de un largo viaje por Asia. El examen debía hacerse en ayunas; habíamos convenido encontrarnos en las primeras horas del día. Me tendí sobre un lecho luego de despojarme del manto y la túnica. Te evito detalles que te resultarían tan desagradables como a mí mismo, y la descripción de un hombre que envejece y se prepara a morir de una hidropesía del corazón. Digamos solamente que tosí, respiré y contuve el aliento conforme a las indicaciones de Hermógenes, alarmado a pesar suyo por el rápido progreso de la enfermedad, y pronto a descargar el peso de la culpa en el joven Iollas, que me atendió durante su ausencia. Es difícil seguir siendo emperador ante un médico, y también es difícil guardar la calidad de hombre.

"Memorias de Adriano"
Marguerite Yourcenar

2 comentarios:

Ar Lor dijo...

Es un excelente texto este de Yourcenar. Y es increíble como las palabras pueden transmitir la miseria humana.

Gavilán dijo...

Cuando paso por un trance de menoscabo similar, recuerdo este comienzo de una novela que, por lo demás, se grabó a fuego en mi frente allá mis veintitantos. ¡Y pensar que la leí porque la traducción era de mi amado Cortázar...!