"En el año 1971, el hijo de un neumólogo y su compañero, hijo de un gran enemigo del pueblo que había tenido la suerte de tocar los dientes de Mao, eran sólo dos jóvenes intelectuales entre el centenar de muchachos y chicas enviados a aquella montaña, llamada el Fénix del Cielo. Un nombre poético y un chusco modo de sugerir su terrible altura: los pobres gorriones y los pájaros ordinarios del llano nunca podrían elevarse hasta ella; sólo podía alcanzarla una especie vinculada con el cielo, potente, legendaria, profundamente solitaria.
Ninguna carretera accedía a ella, sólo un estrecho sendero que iba elevándose entre enormes masas de rocas, los picos, montes y crestas de todos los tamaños y formas. Para distinguir la silueta de un coche, oír un bocinazo, signo de civilización, o para olfatear el aroma de un restaurante era preciso caminar durante dos días por la montaña. Un centenar de kilómetros más lejos, a orillas del río Ya, se extendía el pequeños burgo de Yong Jing; era la ciudad más cercana. El único occidental que había puesto los pies en ella era un misionero francés, el padre Michel, en los años cuarenta, cuando estaba buscando un nuevo paso para llegar al Tíbet."
Ninguna carretera accedía a ella, sólo un estrecho sendero que iba elevándose entre enormes masas de rocas, los picos, montes y crestas de todos los tamaños y formas. Para distinguir la silueta de un coche, oír un bocinazo, signo de civilización, o para olfatear el aroma de un restaurante era preciso caminar durante dos días por la montaña. Un centenar de kilómetros más lejos, a orillas del río Ya, se extendía el pequeños burgo de Yong Jing; era la ciudad más cercana. El único occidental que había puesto los pies en ella era un misionero francés, el padre Michel, en los años cuarenta, cuando estaba buscando un nuevo paso para llegar al Tíbet."
Dai Sijie
Balzac y la joven costurera china
Balzac y la joven costurera china
1 comentario:
La imagen acompaña muy bien a la entrada, Ulises. Buen lugar para encontrar un baúl lleno de libros.
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