domingo, 18 de mayo de 2008

Teogonía

Musas heliconiadas
Ante todo, cantemos a las Musas Heliconiadas que del Helicón habitan la enorme y santa montaña, y con sus pies ligeros danzan en torno a la fuente violeta y al altar del poderosísimo Cronión; y que, tras de lavar su cuerpo delicado en el Permeso, o en la Hipocrene, o en el Olmeo sagrado, sobre la cumbre del Helicón, forman encantadores coros y agitan los pies rápidamente.
Precipitándose desde allí, envueltas en un aire denso, elevan en la noche su hermosa voz y loan a Zeus tempestuoso, y a la venerable Here, la argina, que camina con sandalias doradas; y a la hija de Zeus tempestuoso, Atenea la de los ojos claros; y a Febo Apolo, y a Artemisa, contenta de arrojar sus flechas; y a Poseidón, que contiene la tierra y la sacude; y a Temis la venerable, y a Afrodita la de párpados redondeados, y a Hebe, adornada de una de oro; ya a la bella Dione, y a Eos, y al gran Helios, y a la luciente Selene, y a Latona, y a Yapeto, y al sagaz Cronos, y a Gea, y al Océano, y a la negra Nix, y a la raza sagrada de los demás Inmortales que siempre viven.
En otro tiempo, a Hesiodo enseñaron ellas un hermoso canto mientras apacentaba él sus rebaños bajo Helicón sagrado. Y por lo pronto, me hablaron así esas Diosas, las Musas del Olimpo, hijas de Zeus Tempestuoso:
—Pastores que pasáis la vida al aire libre, raza vil, que no sois más que vientres: nosotros sabemos decir numerosas, verosímiles ficciones; pero también, cuando nos place, sabemos ensalzar la verdad.
Hablaron así las hijas veraces del gran Zeus, y me dieron como báculo pastoril una rama de verde laurel admirable de coger; y me inspiraron una voz divina, con objeto de que pudiese yo decir las cosas pasadas y futuras; y me ordenaron que cantase a la raza de los dichosos Inmortales y a ellas mismas, que cantara siempre desde el principio hasta el fin. Pero ¿a qué permanecer alrededor de la encina y de la roca?

Teogonía
Hesíodo

No hay comentarios: