jueves, 1 de mayo de 2008

Viaje fantástico del Gran Piscátor de Salamanca

Introducción y provisiones precisas para el viaje
Amortajado en un raído ropón, media melena en el bonete y la otra porción a trechos enredada, los ojos acostados y todo yo a escuras, buscando al tiento mis potencias, salí (sin saber si salía) de mis tablas una de las tardes de el Julio a despedir las modorras de una siesta; y fuese el estar todavía sin alma, o durar en el cerebro los humientos filigines del narcótico; sin tino me tiré en una silla, y un muslo sobre otro, mordiéndome las uñas de la mano izquierda, me volví a quedar con la fantasía entre dos luces y el entendimiento a buenas noches. Con la quietud de mi solo retiro, y en el nuevo descanso de mi silla, se volvió a morir la tercera parte del alma, la memoria se reclinó en las orillas de sus cavidades, y la razón perdida entre la multitud de espíritus y confusión de especies, dejó correr a la fantasía por las espesas mansiones del seso, soñando a instantes y delirando a momentos. Y como los sueños del animal son los que vulgarmente ocurren, y dependen de la disposición del primer sensorio, siendo fantasmas de su idea las frecuentes cogitaciones del día.

Viaje fantástico del Gran Piscátor de Salamanca
Diego de Torres Villarroel

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