viernes, 6 de junio de 2008

El ciempiés

"Amadeo Fleurissoire había salido de Pau con quinientos francos en el bolsillo, cosa que, desde luego, había de bastar para el viaje, aun contando con los gastos imprevistos que le ocasionara la malignidad de la Logia. Además, si aquella cantidad no bastaba, si se veía obligado a prolongar más su estancia, acudiría a Blafaphas,q ue tenía a su disposición una pequeña reserva.
Como nadie debía saber en Pau adónde iba, sólo había sacado billete hasta Marsella. De Marsella a Roma, el billete de tercera no costaba más de treinta y ocho francos con cuarenta y le dejada la posibilidad de pararse en el camino. Pensaba aprovecharlo para satisfacer no su curiosidad por conocer lugares desconocidos (nunca había sido en él muy viva tal curiosidad), sino su necesidad de sueño, que era extraordinariamente exigente. Es decir, temía el insomnio por encima de todo. Y, como era importante para la Iglesia que llegara a Roma bien descansado, no vacilaría en retrasarse dos días, en hacer algunos gastos suplementarios de hotel...¿Qué significaba eso al lado de una noche en tren, una noche en blanco, sin duda, y malsana, en especial a causa de las de las exhalaciones de los otros viajeros?"

Los sótanos del Vaticano

André Gide

2 comentarios:

Ar Lor dijo...

Buen escritor, sus libros estuvieron en el "Index Librorum Prohibitorum et Expurgatorum".

Higinio dijo...

En el tren en el que viaja Amadeo Fleurissoire se cometerá un crimen.
Un crimen sin motivo.
Una persona arroja del tren a otra por el puro placer de hacerlo.
Un acto gratuito que no reconoce causa alguna.