La Nave de los LocosAntes de aquel hecho, un ciego que recorría las calles de Praga había relatado muchos de los cruceros emprendidos por la Nave de los Locos: dijo que primero había sido marinero y luego timonel, pero que en una travesía marina, en la época anterior al verdadero descubrimiento de América, había navegado como pasajero, tal como les pasaba a todos los marineros de aquella nave, que apenas eran contagiados de la misteriosa enfermedad iban siendo reemplazados por otros pasajeros, hasta que todos llegaban a ser locos, y todos marineros.El capitán de la Nave de los Locos era en ese momento un chipriota cuyo nombre no recordaba el ciego, pero era algo como Spiridión. Dijo que era el más enfermo de todos, y que un día, pasando las columnas del Estrecho de Gibraltar, ordenó poner proa al occidente. La Nave de los Locos, empujada por un misterioso viento, enrumbó hacia el Mar Desconocido. Algunos sospecharon que podían ir hasta el borde del Mar Tenebroso, que en el sitio de la puesta del sol, siempre hacia Occidente, se despeñaba en el vacío, y en la nave hubo extraordinaria complacencia de todos, salvo de aquella loca que en la proa se quitaba y se ponía la túnica, y quedaba desnuda contra el sol de la tarde, y que en la noche era sometida al copioso infierno de la lujuria de los insanos.
Pedro Gómez Valderrama
No hay comentarios:
Publicar un comentario