Los astronautas descubren únicamente mundos de ceniza y piedra pómez, donde la atmósfera es irrespirable y las temperaturas, mortíferas. Para alcanzar tales infiernos, los países gastan sumas enormes y gente heroica se pierde. En medio de un viaje, Dios aparece ante los astronautas y les dice: "Hombres sin fe. Les he regalado la tierra, que es maravillosa, pero siempre descontentos parten en pos de otros mundos. Hay planetas muertos. Vuélvanse". Sobrecogidos comentan los astronautas: "Entonces existía". Ya se resolvían a volver, pero piensan que han dado su palabra a sus jefes y que nadie les creerá cuando aleguen que Dios los disuadió. Siguen un poco más y descubren mundos ricos y hermosísimos...
Adolfo Bioy Casares
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