sábado, 7 de junio de 2008

A Rebours

J.K. Huysmans al final de su vida
Le quedaba tiempo para comer; el tren partía sólo a las nueve menos cinco, y él contaba con los dedos, calculando las horas de la travesía de Dieppe a Newhaven, mientras se decía: -Si las cifras de la guía de ferrocarriles son exactas, mañana estaré en Londres a eso de las doce y media.
Mientras le ponían la mesa, des Esseintes contempló a sus vecinos; insulares con ojos de loza, tez encarnada, semblante pensativo o arrogante, leían periódicos extranjeros; sólo algunas mujeres, sin caballeros, cenaban solas...

En su vida sedentaria sólo dos países le habían atraído, Holanda e Inglaterra.
El primero de sus deseos estaba cumplido; un día, no pudiendo más, había dejado París y visitado, una a una, las ciudades de los Países Bajos.
En resumidas cuentas, el viaje se había saldado en crueles desilusiones.
El mismo desencanto volvía a instalarse en él; consultó nuevamente su reloj: faltaban todavía diez minutos para la salida del tren. Había llegado el momento de pedir la cuenta y partir, se dijo. (...) Se decía:"Vamos, de pie,hay que irse", e inmediatamente surgían objeciones que contrariaban su orden. ¿Por qué moverse, si se viajaba magnificamente en una silla? ¿Qué podía esperar , salvo nuevas desilusiones como en Holanda?
Le quedaba apenas el tiempo suficiente para correr a la estación, y una inmensa aversión por el viaje, una necesidad imperativa de quedarse quieto se imponían con una voluntan cada vez más marcada, con empecinamiento creciente. Pensativo, dejó correr los minutos, cortándose así la retirada, mientras se decía:"Ahora habría que precipitarse a la taquilla, lidiar con el equipaje. ¡Qué fastidio! ¡Qué molestia! - "Bueno, dijo mirando a su reloj, es hora de volver a casa". Esta vez se puso en pie, salió, pidió al cochero que lo condujera a la estación de Sceaux, y regresó con sus baúles, sus paquetes, sus maletas, sus mantas, sus paraguas y bastones a Fontenay, experimentando la extenuación física y la fatiga moral del que vuelve a casa después de un viaje largo y peligroso.
A Rebours
Joris Karl Huysmans

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