lunes, 16 de junio de 2008

Todos los huevos

La revista de arte para la que trabajaba le había ofrecido hacer las fotografías para un monográfico sobre el renacimiento italiano. Un mes de estancia por diferentes ciudades de Italia sería más que suficiente para recoger lo más representativo de ese periodo, y ella, que acababa de volver al trabajo tras dos semanas de permiso laboral, había visto en ese viaje la terapia ideal a su postramiento. Aceptó sin pestañear.
Tras ese mes, había ido prolongando sus visitas por el centro y sur del país. Una semana en Siracusa y Palermo; dos en Capri; una más recorriendo Cerdeña en coche.
Por fin había regresado a su hotel de Florencia, y, salvo una nueva visita a Roma para ver a unos amigos, se había dedicado a trabajar las fotos en su ordenador portátil y a pasear sin rumbo por la ciudad hasta que sintió que empezaba a aburrirse.
Tres de corazones
Asdrúbal Hernández

4 comentarios:

Gavilán dijo...

He leído ese relato, Higinio, y desde entonces no me quito de la cabeza un viaje que quiero hacer a la Toscana. Con un cuaderno de notas, por supuesto.

Ar Lor dijo...

¿Marca del cuaderno de notas?

Gavilán dijo...

En eso no soy nada original, Ar Lor:una Moleskine, como las que puso de moda Bruce Chawin en sus viajes. Cuando la complete, te la regalaré, maestro.

Ar Lor dijo...

Haz pronto el viaje y no te olvides de tu promesa.