Del Miño al BidasoaComo Dupont y el vagabundo van agotando ya sus horas y sus minutos de compañía, no saben lo que decirse.-A lo mejor volvemos a encontrarnos algún día, ¡todo pudiera ser!, en el sitio que menos vayamos a pensarlo.-¡Quién sabe!-¿Usted se alegraría?Hombre, ¡yo sí! Puede usted estar seguro.El Baztanzubi, después de cruzar el Oronoz, se estrecha por la garganta de Ascape, y más tarde lame los muros de Elizondo y se cuela, hacia el norte, por el valle del Baztán, que es uno de los más hermosos panoramas del mundo entero.Siempre en el camino de Francia, el vagabundo se para al llegar a Malla, al pie del puerto de Otsondo.-De aquí no sigo. Que Dios le bendiga, hermano, y que todos los compañeros de camino con los que haya de encontrarse en sus días no le resulten peor de lo que yo le resulté.El vagabundo dijo sus palabras emocionada y temblorosamente. Dupont le miró a los ojos.-Adios. Yo también le deseo a usted mucha ventura, toda la ventura que pueda caberle en el cuerpo a un hombre.
Camilo José Cela
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