Esa mañana temprano, Eva se puso la malla y la sudadera que su marido le había regalado en su cumpleaños y salió al balcón. Era temprano, y aún no había amanecido. El cielo estaba estrellado, estrellas como puños. Solía correr una media hora y a la vuelta preparaba el desayuno de todos. Correr con las estrellas, lo llamaba ella. Bajó los cuatro pisos en ascensor y salió a la calle.Era sábado. Las ventanas de la casa del vecindario permanecían apagadas. Eva se apoyó en la empalizada del jardín de la comunidad y empezó con los ejercicios para entonar las piernas. Soplaba una brisa algo fresca, anticipando el otoño. Mientras se ponía a punto, se fijó en el césped cubierto de hojas y alzó la vista hasta el magnolio. Empezó a correr, y a la luz de las farolas vio que los plátanos de ambos lados de la carretera estaban igualmente desnudos, sus hojas muertas alfombrando la alameda, que los pies levantaban en medio de pequeñas explosiones de hojarasca seca.-Están todas en el suelo, es como un bosque en pleno otoño.
En la mesa le dijo a su marido:
Él estaba recriminando al menor de los chicos la manera de proceder con el cuchillo en la tarrina de margarina.-Hay montones por todas partes -dijo ella.
-Claro, está llegando el otoño. Tienen que caerse. La primavera que viene volverán a salir y ya está -contestó él, sin levantar la vista del catálogo de ordenadores-. Oye, cariño, no sé si recuerdas, pero la semana pasada acordamos que ya no compraríamos margarina, sino mantequilla...
-Quiero decir que están todas en el suelo, que no hay una sola hoja en los árboles -insistió ella- Ha sido de repente, ¿no es extraño? Como si se hubieran caído todas esta noche. Y además, el magnolio...
-¿Se han caído todas en una sola noche? -repitió él con sarcasmo, y levantó la vista del catálogo para mirarla-. Pues vale, ¿y qué podemos hacer, llamar a los de Expediente X? -"Si al menos te peinaras antes de sentarte a la mesa", pensó.
Ella fue a la nevera y volvió con una botella de agua. "Hijo de perra", se dijo. Luego, tratando de que su voz pareciera del todo normal, dijo:
-Chicos, no olvidéis que tenéis que coger el dinero para los pasteles y las flores de la abuela.
Asdrúbal Hernández
2 comentarios:
En el prólogo al libro "Juegos de parejas" Javier Tomeo dice lo siguiente:"Sucede, en efecto, que algunas veces llega a nuestras manos una nueva novela recién aparecida en el mercado, o incluso un original todavía no publicado, y advertimos entonces que los dioses de las letras no han dejado tan abandonados a los escritores como para que en el universo del quehacer literario sólo exista una opción válida para alcanzar los objetivos propuestos".
"Eso es, poco más o menos,lo que me ha sucedido con Juegos de parejas, un volumen de relatos que firma Asdrúbal Hernández y que con toda seguridad habrá de constituir una grata sorpresa para muchos lectores".
"El libro está constituido por dieciocho historias".
Javier Tomeo reseña en el prólogo algunos de los relatos:
"Sin desmerecer a los demás relatos, nos parece también soberbio "Lejos de todo", que nos habla brevemente de otra familia, constituida por padre, madre y dos hijos, que deciden comprar en el mercado semanal, además de una caja de frutas y un saco de patatas, una cría de boa que después olvidan incomprensiblemente en el jardín de la casa.
Misterio, pues, en "Gramática convencional", el de las hojas que desaparecen de los árboles de la noche a la mañana.
Misterio, también, en "Lejos de todo", con esa pequeña boa abandonada por todos en el jardín familiar. Ambos enigmas enmarcados en la vida cotidiana y absolutamente creíble de dos familias absolutamente normales".
Tengo el honor de conocer al autor, y en una ocasión me confesó que quizá ya nada de lo que escribiera volvería a tener la frescura de ese libro. Quise que me lo explicara mejor, y me respondió que lo que ha escrito después simplemente le parece literatura. Un buen tipo, ese Asdrúbal. Suele recalar a menudo en las terrazas del Igeretxe y del Tamarises. Parece algo despistado, como un perdido.
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