miércoles, 2 de julio de 2008

¡Hylas! ¡Hylas! ¡Hylas!

John William Waterhouse: Hylas and the nymphs (detalle)
Hylas
Según testimonio de Apolonio (1, 1207-1240), de Theócrito (XIII, 45) y de Strabón (p. 564), cuando los Argonautas desembarcaron en la Propontide y costa de Bithynia, el joven y casi adolescente Hylas, hijo de Teodomastro, rey de Driopes, iba con Hércules, que lo quería con preferencia entre todos sus compañeros, hasta el extremo de que, según Marcial, revelándonos el estado de las costumbres libidinosas griegas,
Incurvabat Hylam, posito Tyrintlaius arcu,(1)
frase que vale más no traducir.

Como acontece siempre en los viajes por mar, que al saltar en tierra, una de las primeras investigaciones que se hacen es buscar buen agua, tanto para la provisión de á bordo como para la comida cotidiana, tratóse de hacer esta investigación, y el joven Hylas se encargo de ella, llevando á prevención una urna o cráter, y para llenarla una especie de jarro ó enoçhoe. Pronto encontró lo que buscaba en el centro del frondoso bosquecillo, y se dispuso a llenar su urna, con este último vaso ; pero antes de que hubiera comenzado á realizar su propósito ; salieron de entre las espesas plantas acuáticas que crecían cerca de la fuente las Ninfas guardadoras de sus aguas, y, cogiéndole las manos y los brazos, enamoradas del hermoso adolescente, le condujeron á sus encantados palacios de cristal, procurando, con sus caricias, calmar su sorpresa.
Hércules, entretanto, inquieto por la tardanza de su predilecto compañero, salió en su busca, llamándole por tres veces; pero aunque Hylas, oyéndole á través de su fantástica morada, le contestó, perdióse su voz entre el murmullo de la bullidora fuente.
La leyenda añade que Hércules, en el colmo de su enojo, juró arrasar toda la comarca si no encontraba á Hylas muerto ó vivo; y desde entonces las gentes del país no cesaron de buscar al joven argonauta, y todos los años, en un día consagrado especialmente para esta investigación, los habitantes de Prusium y de sus alrededores recorrían las montañas, llamando con grandes y repétidas voces : "¡Hylas! ¡Hylas!"
Esta costumbre, que constituye una fiesta tradicional asiática, no quería significar solamente el encanto de las aguas que atrae y que acaso costó la vida humana á Hylas, cuyo triste fin se lamentaba en ella, sino que era, como las leyendas de Hyacintho y Adonis, y como las de todos los adolescentes de efímera existencia, la imagen de la imprevisora eflorescencia primaveral que todos los años se marchita, después de corta y esplendente vida. La leyenda griega de Hylas, se conservó como tantas otras de origen helénico entre los romanos, según lo demuestra un pasaje de Virgilio en la Egloga vi, intitulada Sileno, en la que al recitar éste, rodeado de faunos, de ninfas y aun de fieras, su cantar, que escuchan unos y otras y hasta las añosas encinas con cadenciosos movimientos, después de narrar las excelencias de la Creación y leyendas de la Mitología, alude también el viejo cantor á la historia del adolescente Hylas, mencionando que desapareció en una fuente, y las grandes voces que dieron para encontrarle, resonando toda la costa : ¡Hyla! ¡Hyla!
"His adjungit, Hylam nautae quo fonte relictum
Clamassent: ut littus, Hyla, Hyla, omne sonaret".
Versos que tradujo nuestro gran maestro fray Luís de León en esta forma:
"Y el Hila por las costas apartadas
buscado por demás con triste lloro,
la fuente do quedó, y voz contina
que hinche de Hila, Hila la marina".

(1) A Hylas lo ponía con el culo en pompa el de Tirinto, dejando a un lado su arco.

BOLETIN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA. TOMO XXXVI (1904)
(MOSAICO DE HYLAS, DESCUBIERTO RECIENTEMENTE EN EL SITIO DE LOS VILLARES,
Á 5 KILÓMETROS DE LA BAÑEZA, PROVINCIA DE LEÓN).

J.de Dios de la Rada y Delgado

2 comentarios:

Gavilán dijo...

Excelente, Ar Lor, Ar Lor, Ar Lor.

Ar Lor dijo...

Gracias, Gavilán.