lunes, 18 de agosto de 2008

Asturcón

Caballo Asturcón
Este caballo de pequeña alzada, que ciñe, como puede, el torpe casco a un trote acompasado, vino a ti desde Asturias. -Comprendo que los hay en la Bética más dóciles, con más escuela, vamos, y capaces de recorrer la vía Hercúlea meneando las cachas casi casi igual que Telezusa (si, la chica aquella, gaditana por más señas, que de sobra podría levantársela a un muerto con sus danzas). Pero éste, éste que vino a ti desde las brumas sigilosas del Norte, atravesando a trancas y barrancas las alturas de los montes astures, tan huraño, tan modestito él, tan poca cosa y, por si no bastara, cojitranco, contento se daría en los dientes con un canto, si acertara a traerte, para adornar tu sien, no el oro, no las rituales ínfulas, tampoco insensatas guirnaldas ( a la postre no se trata, supongo, de inmolar una cerda preñada a la pródiga Ceres), sino algo (imagina un instante que ahora mismo emprendes, yo qué sé, un largo viaje a las míticas fuentes del somnoliento Nilo con tu amor imposible, romántico y secreto), sino algo, decía, muy parecido en todo a una emoción inquieta y - ¿por qué no? ¿por qué no, a ver , por qué?- unas gotas de sonriente coña beatífica.
Historia antigua
Víctor Botas

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