martes, 26 de agosto de 2008

Kim

Quien vuelve a las montañas, vuelve al regazo materno.
Habían cruzado los Sewaliks y el Dun casi tropical, habían dejado tras sí a Mussuri, y avanzaban hacia el norte por los estrechos senderos de la montaña. Día tras día iban penetrando en la intrincada cordillera, y día tras día notaba Kim cómo resurgían las fuerzas del lama. En las terrazas del Dun había caminado apoyado en los hombros del muchacho, y siempre dispuesto a aprovechar todos los descansos del camino. Al pie de la empinada cuesta de Mussuri se recobró de repente, como un viejo cazador, al descubrir una loma bien conocida, y en aquel lugar, donde al parecer debía dejarse caer abrumado, aspiró dos veces profundamente el aire diamantino, y haciendo oscilar sus amplias vestiduras
Kim
Rudyard Kipling

1 comentario:

Higinio dijo...

Alberto Manguel nos dice sobre Kim en su Diario de lecturas, lo siguiente:"El final de Kim trata de la espera y del descubrimiento de que, casi sin notarlo, hemos logrado aquello por lo que nos esforzábamos. La visón final del lama es como la de San Benito de Nursia, quien, en algún momento del siglo VI, alzó los ojos de sus oraciones y vio en la oscuridad detrás de su ventana que "el mundo entero parecía reunido en un rayo de sol, traído así ante sus ojos".

La última línea en El árbol del hombre de Patrick White:"De manera que,al final, no hubo final".