El espejo del marEl tenebroso y tremebundo mar de las andanzas del astuto Ulises, agitado por la cólera de los dioses olímpicos, que albergaba en sus islas las furias de extraños monstruos y los ardides de extrañas mujeres; la ruta de los héroes y los sabios, de los guerreros, los piratas y los santos; el mar cotidiano de los mercaderes cartagineses y el lago de recreo de los césares romanos, reclama para sí la veneración de todo marino en tanto que patria histórica de ese espíritu de abierto desafío a los grandes mares de la tierra que es el alma misma de su vocación. Saliendo de allí rumbo al oeste y al sur como abandona un joven el abrigo del hogar paterno, este espíritu halló el camino hacia las Indias, descubrió las costas de un nuevo continente, y atravesó, por último, la inmensidad del gran Pacífico, rico en agrupaciones de islas remotas y misteriosas como las constelaciones del firmamento.
Traducción de Javier Marías
Joseph Conrad
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