domingo, 7 de septiembre de 2008

los chanclos de la felicidad

Al día siguiente por la mañana, muy temprano, el empleado se hallaba aún en la cama cuando oyó llamar con los nudillos a la puerta; era su vecino del mismo piso, un estudiante que se preparaba para sacerdote. Entró.
-Préstame tus chanclos -le dijo-. El jardín está muy húmedo, aunque brilla el sol. Quisiera bajar a él y fumarme una pipa.
Se puso los chanclos, y bien pronto se encontró en el jardín, donde había un manzano y un peral. En Copenhague, un jardín, por muy pequeño que sea, se considera siempre como algo magnífico.
El estudiante paseaba por el sendero. No eran más que las seis. En la calle sonó el cuerno de un postillón.
-¡Oh, viajar, viajar! -exclamó el estudiante-. ¡Eso es la cosa más agradable del mundo! ¡Es el fin supremo de todos mis deseos! Se me calmaría la ansiedad que me domina. Pero sería preciso ir lejos, muy lejos. Me gustaría ver la hermosa Suiza, viajar por Italia, y...

Cuentos fantásticos y de animales
Hans Christian Andersen

2 comentarios:

Cronopio dijo...

Todo un lujo para la web tu Ítaca. Gracias por pasar por las nuestras.
Auguri!

Higinio dijo...

Muchas gracias Luftmensch por tu elogioso comentario.Nos alegra que nuestra bitácora te guste. Nos da ánimos para proseguir navegando en el proceloso mar "sin fronteras" de Internet.
Un saludo.