martes, 21 de octubre de 2008

Alucinación del viajero

Pedro Pérez de Castro.Gruta en Lekeitio
Ay la orilla del mar, el lomo de la arena
cálido a medianoche y los sacros olivos.
Cuerpo se hizo la roca, ave viva la luna,
enredadera el áspid, veneno la hermosura.
Hondos peces azules han venido a mirarme.
Miles de antorchas bajan incendiando los bosques.
Se ha quedado amarrada la nave a la negrura.
Los timoneles duermen beodos sobre rosas,
se abrazan a los cántaros sonoros, aromados.
Si espantáis las sirenas dejadme entre las olas
o haced una gran pira de pino y arda todo
lo impuro de mi cuerpo, la entraña que sufría.
Oh cielo, viejo cuenco repleto hasta los bordes
de pozos estrellados, de arracimados astros

Ay la orilla del mar... Qué pena contemplarla
al alba, ya lejana. Zarpó el barco y los ojos
la ven. Hay vino y lágrimas en ellos todavía.

Truenos y flautas en un templo
Antonio Colinas

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