jueves, 16 de octubre de 2008

Las aventuras de Tom Sawyer

Frontispiece of 1st edition
The Adventures of Tom Sawyer
Chapter I
"Tom!"
No answer.
"Tom!"
No answer.
"What's gone with that boy, I wonder? You Tom!"
No answer.
The old lady pulled her spectacles down and looked over them about the room; then she put them up and looked out under them. She seldom or never looked through them for so small a thing as a boy; they were her state pair, the pride of her heart, and were built for "style," not service -- she could have seen through a pair of stove-lids just as well. She looked perplexed for a moment, and then said, not fiercely, but still loud enough for the furniture to hear:
"Well, I lay if I get hold of you I'll --"
She did not finish, for by this time she was bending down and punching under the bed with the broom, and so she needed breath to punctuate the punches with. She resurrected nothing but the cat.
"I never did see the beat of that boy!"
She went to the open door and stood in it and looked out among the tomato vines and "jimpson" weeds that constituted the garden. No Tom. So she lifted up her voice at an angle calculated for distance and shouted:
"Y-o-u-u Tom!"
There was a slight noise behind her and she turned just in time to seize a small boy by the slack of his roundabout and arrest his flight.
"There! I might 'a' thought of that closet. What you been doing in there?"
"Nothing."
"Nothing! Look at your hands. And look at your mouth. What is that?"
"I don't know, aunt."
"Well, I know. It's jam -- that's what it is. Forty times I've said if you didn't let that jam alone I'd skin you. Hand me that switch."
The switch hovered in the air -- the peril was desperate --
"My! Look behind you, aunt!"
The old lady whirled round, and snatched her skirts out of danger. The lad fled on the instant, scrambled up the high board-fence, and disappeared over it.
His aunt Polly stood surprised a moment, and then broke into a gentle laugh.

Las aventuras de Tom Sawyer
Capítulo 1
¡Tom!
Silencio.
-¡Tom!
Silencio.
-¡Dónde andará metido ese chico!... ¡Tom!
La anciana se bajó los anteojos y miró, por encima, alrededor del cuarto; después se los subió a la frente y miró por debajo. Rara vez o nunca miraba a través de los cristales a cosa de tan poca importancia como un chiquillo: eran aquéllos los lentes de ceremonia, su mayor orgullo, construidos por ornato antes que para servicio, y no hubiera visto mejor mirando a través de un par de mantas. Se quedó un instante perpleja y dijo, no con cólera, pero lo bastante alto para que la oyeran los muebles:
-Bueno; pues te aseguro que si te echo mano te voy a...
No terminó la frase, porque antes se agachó dando estocadas con la escoba por debajo de la cama; así es que necesitaba todo su aliento para puntuar los escobazos con resoplidos. Lo único que consiguió desenterrar fue el gato.
-¡No se ha visto cosa igual que ese muchacho!
Fue hasta la puerta y se detuvo allí, recorriendo con la mirada las plantas de tomate y las hierbas silvestres que constituían el jardín. Ni sombra de Tom. Alzó, pues, la voz a un ángulo de puntería calculado para larga distancia y gritó:
-¡Tú! ¡Toooom!
Oyó tras de ella un ligero ruido y se volvió a punto para atrapar a un muchacho por el borde de la chaqueta y detener su vuelo.
-¡Ya estás! ¡Que no se me haya ocurrido pensar en esa despensa!... ¿Qué estabas haciendo ahí?
-Nada.
-¿Nada? Mírate esas manos, mírate esa boca... ¿Qué es eso pegajoso?
-No lo sé, tía.
-Bueno; pues yo sí lo sé. Es dulce, eso es. Mil veces te he dicho que como no dejes en paz ese dulce te voy a despellejar vivo. Dame esa vara.
La vara se cernió en el aire. Aquello tomaba mal cariz.
-¡Dios mío! ¡Mire lo que tiene detrás, tía!
La anciana giró en redondo, recogiéndose las faldas para esquivar el peligro; y en el mismo instante escapó el chico, se encaramó por la alta valla de tablas y desapareció tras ella. Su tía Polly se quedó un momento sorprendida y después se echó a reír bondadosamente.

Las aventuras de Tom Sawyer
Mark Twain

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