viernes, 24 de octubre de 2008

Los siete locos

(flickr cdrcc: Inventos Profesor Franz de Copenhague)
Los siete locos
Los Espila
Durante algunos días, Erdosain recorrió las calles pensando en los sufrimientos que debieron sobrellevar los Espila para resignarse a esa catástrofe, y más tarde, cuando inventó la rosa de cobre, se dijo que para levantar el espíritu de esa gente era necesario injertarles una esperanza y con parte del dinero robado en la Azucarera compró un acumulador usado, un amperómetro y los diversos elementos para instalar un primitivo taller de galvanoplastia.
Y convenció a los Espila que debían dedicarse a ese trabajo en las horas perdidas, pues de tener éxito todos se enriquecerían. Y él,cuya vida carecía por completo de consuelo y esperanzas, él, que se sentía perdido hacía mucho tiempo, llegó a sugestionarlos con esperanzas tan intensas, que los Espila se avinieron a iniciar los experimentos, y Elena se dedicó muy en serio a estudiar galvanoplastia, mientras que el sordo preparaba los baños y se ponía práctico en ese trabajo de unir en serie o tensión los cables del amperómetro y en manejar la resistencia.Hasta la anciana Espila participó en los experimentos y nadie dudó, cuando consiguieron cobrear una chapa de estaño, que en breve tiempo se enriquecerían si la rosa de cobre no fracasaba.
Los siete locos
(Establecimiento del texto y notas, Ana María Zubieta)
Roberto Arlt

2 comentarios:

Gavilán dijo...

¿Qué es esto. Ar Lor?

Ar Lor dijo...

Bueno, ya sabes que Arlt era inventor, y la novela va de algo de eso. Estoy con Higinio, cuando te
escribo esto.