-Algunos grandes personajes no abandonaron su habitación. La estufa de Descartes, el gabinete de Montaigne...
-Los dos hombres que usted cita viajaron bastante. Descartes hizo, en 1618, la guerra en Holanda, en 1619, visitó Dinamarca y Alemania, volvió a hacer más o menos el mismo viaje por Europa central durante los dos años siguientes, luego residió cerca de dos años en Italia, antes de establecerse por veinte años en Holanda, y morir por fin en Estocolmo. Si vivió y pensó "en una estufa", como lo quiere la leyenda, que todo lo simplifica, esa estufa (es decir esa habitación provista de una estufa), le dio calor en muchos lugares de Europa del norte. En cuanto a Montaigne, sus diecisiete meses de viaje a través de Suiza, el Tirol e Italia, tuvieron como pretexto la búsqueda de su salud, pero habló demasiado bien del viaje, como para que no se sienta su alegría de montar a caballo.
El viaje es una experiencia, como es una experiencia la inmovilidad en un rincón de la tierra, como la amistad, la contemplación, el amor, el trabajo, la enfermedad, o la jardinería, o la cocina, son experiencias. ¿Por qué discriminar entre ellas?
M.Y. Con los ojos abiertos
Matthieu Galey
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