domingo, 23 de noviembre de 2008

La invención de Morel

Portada de Norah Borges
Un italiano, que vendía alfombras en Calcuta, me dio la idea de venirme; dijo (en su lengua):
- Para un perseguido, para usted, sólo hay un lugar en el mundo, pero en ese lugar no se vive. Es una isla. Gente blanca estuvo construyendo, en 1924 más o menos, un museo, una capilla, una pileta de natación. Las obras están concluidas y abandonadas.
Lo interrumpí; quería su ayuda para el viaje; el mercader siguió:
- Ni los piratas chinos, ni el barco pintado de blanco del Instituto Rockefeller la tocan. Es el foco de una enfermedad, aún misteriosa, que mata de afuera para adentro. Caen las uñas, el pelo, se mueren la piel y las córneas de los ojos, y el cuerpo vive ocho, quince días. Los tripulantes de un vapor que había fondeado en la isla estaban despellejados, calvos, sin uñas -todos muertos-, cuando los encontró el crucero japonés Namura. El vapor fue hundido a cañonazos.
Pero tan horrible era mi vida que resolví partir...

La invención de Morel
Adolfo Bioy Casares

1 comentario:

Ar Lor dijo...

La isla, tesoro y misterio literario, que funciona, funciona, funciona...