domingo, 2 de noviembre de 2008

Puedo escribir los versos más tristes esta noche

Osa Mayor
Veinte poemas de amor y una canción desesperada
20
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Veinte poemas de amor y una canción desesperada
Pablo Neruda

3 comentarios:

Gavilán dijo...

¡Oh, Dios, aquellos cielos nocturnos en Pedernales plagados de estrellas y recitando a Neruda! ¿Qué fue de todo eso?

Ar Lor dijo...

¿Qué fue de todo eso? Si nosotros los de entonces, seguimos siendo los mismos, todo eso, permanecerá en el recuerdo:

"Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello
que en mi juventud me deslumbraba,
aunque nada pueda hacer volver la hora
del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos,
pues hallaremos ánimo en el recuerdo:
en aquella primera amistad,
que habiendo sido una vez, será por siempre;
en los condolientes sentimientos que brotaron
de los pesares humanos;
en la fe que traspasa la muerte;
en los años, que dan la serenidad."

Gavilán dijo...

¡Cómo te quiero, Ar Lor!