El viajero sabe que el cenobio de Silos es uno de los más antiguos del mundo occidental, que era ya viejo y venerable en tiempos del conde Fernán González y de su repoblador, el primer rey de Castilla, don Fernando I; al caminante también le consta que el monasterio de Silos es altamente ustible y propenso al fuego destructor que lo ha asolado varias veces y, que, en reciente ocasión, estuvo a punto de terminar con la totalidad del tesoro artístico que encierra; el trotamundos conoce, asimismo, que Silos, a orillas del río Tabladillo y de los arroyuelos de Ura y de Mataviejas, es helador en los inviernos y cálido en las solanas del estiaje, en el que mantiene, sin embargo, noches frías, y que el campo que lo rodea es pelón, como si por sus lomas y llanadas acabase de pasar su tijera implacable un mal esquilador de rucios; el viajero está enterado, por haberlo visto, de que más allá de Silos, como quien mira a Caleruela, se encuentra el hondón de la Yecla, con sus quebradas y hendiduras, dignas de admirar; y el rompesuelas, en fin, también opina que para combatir la incordia, nada mejor que acercarse a buen samaritano que, en este caso, es el monasterio, cuya inmediata ruta el caminante emprende.
Viaje por la frontera del Duero
Jorge Ferrer-Vidal
2 comentarios:
Buen libro el comentado. En un español maravilloso.
Salud
"Viaje por la frontera del Duero" es un libro ameno y gozoso. Nos lleva de la mano por lugares conocidos y por lugares ignorados, con una prosa que como bien indicas 'español maravilloso', los resalta y los llena de misterio.
Un fuerte abrazo, amigo Zimmy.
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