sábado, 29 de noviembre de 2008

Viaje por la frontera del Duero

Julius. Claustro del Monasterio de Silos
El viajero sabe que el cenobio de Silos es uno de los más antiguos del mundo occidental, que era ya viejo y venerable en tiempos del conde Fernán González y de su repoblador, el primer rey de Castilla, don Fernando I; al caminante también le consta que el monasterio de Silos es altamente ustible y propenso al fuego destructor que lo ha asolado varias veces y, que, en reciente ocasión, estuvo a punto de terminar con la totalidad del tesoro artístico que encierra; el trotamundos conoce, asimismo, que Silos, a orillas del río Tabladillo y de los arroyuelos de Ura y de Mataviejas, es helador en los inviernos y cálido en las solanas del estiaje, en el que mantiene, sin embargo, noches frías, y que el campo que lo rodea es pelón, como si por sus lomas y llanadas acabase de pasar su tijera implacable un mal esquilador de rucios; el viajero está enterado, por haberlo visto, de que más allá de Silos, como quien mira a Caleruela, se encuentra el hondón de la Yecla, con sus quebradas y hendiduras, dignas de admirar; y el rompesuelas, en fin, también opina que para combatir la incordia, nada mejor que acercarse a buen samaritano que, en este caso, es el monasterio, cuya inmediata ruta el caminante emprende.

Viaje por la frontera del Duero
Jorge Ferrer-Vidal

2 comentarios:

zimmy dijo...

Buen libro el comentado. En un español maravilloso.
Salud

Higinio dijo...

"Viaje por la frontera del Duero" es un libro ameno y gozoso. Nos lleva de la mano por lugares conocidos y por lugares ignorados, con una prosa que como bien indicas 'español maravilloso', los resalta y los llena de misterio.

Un fuerte abrazo, amigo Zimmy.