-Primo, ¿me estás evaluando?
-¿Qué?
Después de comer, él había salido al porche a fumarse un cigarrillo. Apenas había abierto la boca en la mesa; la tardanza de su madre y su prima y la comida tardía se sumaron a su lista de agravios. La señora Mabelle había dejado que su sobrina le ayudase a retirar la mesa; pero eso, no, no iba a dejar que metiera las manos en el fregado y la había puesto de patitas en la calle.
-He visto cómo me miras. Esperas a que me descuide para mirarme de arriba abajo.
El lanzó una desganada carcajada.
-¿Qué? No seas engreída, nena.
-Creo que me estás haciendo una evaluación furtiva...
-Una evaluación, ¿qué?
-..., pero no me importa. Estoy acostumbrada. En el instituto, los chicos me miran también así. Sólo es una manera de calentarse sin llegar a nada. Es un poco tonto, ¿no?
La madre que la parió, se dijo él aplastando el cigarrillo en el escalón de madera.
-De dónde sales tú, ¿eh?-. Se levantó para mostrar su impaciencia y caminó despacio hacia la furgoneta-. ¿Cuántos años tienes?
La chica sonrió; qué gracia le hacían los adultos en cuanto se dejaban llevar por el desconcierto y perdían los estribos.
-Catorce, pero pronto voy a hacer dieciéis.
-¿Cómo?-se rió él a carcajadas, esta vez, sin fingir-. Vaya con la monita. Te los saltas de dos en dos, ¿eh?-. Abrió la puerta de la furgoneta y se sentó al volante-. ¿Quieres ver algo bueno?
Ella se acercó, desconfiada.
-¿Qué?
-¿Quieres verlo, o no?
-Pero, ¿qué es?
-Tendrás que venir conmigo para saberlo.
-Vale.
"Harto de todo eso"
2 comentarios:
Un trozo de texto de calidad suprema, uno de los mejores que "he probado". Engancha como un anzuelo y el narrador, nos maneja con el "carrete" a su antojo.
(Veo a la prima, no se por qué, (quizás por que tengo su foto), con coletas.)
Gracias, gracias, maestro.
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