Fábula de Píramo y TisbeFábula de Píramo y Tisbe
La ciudad de Babilonia,
famosa, no por sus muros,
fuesen de tierra cocidos
o sean de tierra crudos,
sino por sus dos amantes,
desdichados hijos suyos,
que, muertos y en un estoque,
han peregrinado el mundo,
citarista, dulce hija
del Archipoeta rubio,
si al brazo de mi instrumento
le solicitas el pulso,
digno sujeto será
de las orejas del vulgo;
popular aplauso quiero,
perdónenme sus tribunos.
Píramo fueron, y Tisbe,
los que en verso hizo culto
el licenciado Nasón,
bien romo o bien narigudo,
dejar el dulce candor
lastimosamente oscuro
al que túmulo de seda
fue de los dos casquilucios,
moral que los hospedó
y fue condenado al punto,
si del Tigris no en raíces,
de los amantes en frutos.
Estos, pues, dos babilonios
vecinos nacieron mucho,
y tanto, que una pared
de oídos no muy agudos
en los años de su infancia
oyó a las cunas los tumbos,
a los niños los gorjeos
y a las amas los arrullos.
Oyólos y aquellos días
tan bien la audiencia le supo,
que años después se hizo
rajas en servicio suyo.
Luis de Góngora y Argote
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