Sabe más chino que cualquier otro hombre en China. Lleva diez años trabajando en un diccionario que dejará en mantillas al de un afamado erudito al que tiene una personal inquina desde hace un cuarto de siglo. De ese modo beneficia los futuros estudios de sinología y satisface un rencor personal al mismo tiempo. Tiene talante de catedrático; se percibe que con el tiempo será profesor de Chino en la Universidad de Oxford, y que sólo entonces estará por fin en el lugar que le corresponde. Es un hombre de una cultura más vasta que la mayoría de los sinólogos, que tal vez sepan chino, y esto es algo de lo que no queda más remedio que fiarse, si bien a la vista está que no saben nada más, por lamentable que sea la carencia. Sus charlas sobre el pensamiento y la literatura chinos tiene por tanto una plenitud y una variedad que no se suelen dar entre los estudiosos de la lengua. Como se ha sumergido en sus pesquisas particulares y no se ha tomado la molestia de asistir a las cacerías y a las carreras de caballos, el resto de los europeos lo tiene por un individuo extravagante. Lo miran con suspicacia y con ese temor que el ser humano reserva a todo aquel que no comparta sus gustos. Dan a entender que no está en sus cabales, algunos lo acusan de fumar opio. Basta con pasar un rato en su escueto estudio desprovisto de los lujos más comunes para comprender que se trata de un hombre cuya vida es íntegramente espiritual.
Y es sin embargo una vida especializada. El arte y la belleza no parecen afectarle. Cuando le oigo charlar con tan agudo entendimiento de los poetas chinos no consigo impedir que me asalte una pregunta, a saber, si no se le habrá escapado entre los dedos lo mejor de todo. Se trata de un hombre que solo ha rozado la realidad mediante la página impresa. El trágico esplendor de la flor de loto lo conmueve solamente cuando su belleza está enmarcada en los versos de Li Po, y la risa queda de las muchachas chinas agita su sangre solo en la perfección de un cuarteto exquisitamente cincelado.
En un biombo chino
William Somerset Maugham
No hay comentarios:
Publicar un comentario