lunes, 2 de marzo de 2009

Joseph Conrad

R. Q. Mathews. Joseph Conrad.
Casi todos los argumentos de sus mejores novelas están extraídos de los recuerdos de su vida activa, la que llevó desde los diecisiete a los treinta y siete, años sin escribir. Se las puede dividir en dos grupos: Relatos de los que Conrad ha sido testigo o actor, y relatos que le han sido transmitidos. Más tarde veremos que esos relatos de segunda mano son los que proporcionan a las obras de Conrad su forma particular y su complejidad.

El negro del Narciso es la descripción sencilla de un viaje, de una tempestad y de la tripulación del barco. Apenas hay intrigas; tan sólo desfilan por él los diferentes tipos que componen un grupo humano; el jefe, el segundo, la Humanidad media, y un personaje extraño, el negro, el falso enfermo que despierta falsos sentimientos y desconcierta a todos.

Tifón es la aventura de un barco cargado de coolies chinos, los cuales en plena tempestad comienzan a matarse unos a otros por mor de unos dólares perdidos. La tempestad y la rebelión causarían la ruina del barco, si la impermeable apatía del capitán Mac Whirr no lo impidiera.

Juventud es la historia de un navío que arde en alta mar. El joven oficial que relata el siniestro recuerda que era su primer viaje como comandante, y que a punto de morir sentía una extraña dicha.

Mágicos y Lógicos
André Maurois

2 comentarios:

Higinio dijo...

Los capitanes de Conrad aman a sus barcos, se sienten orgullosos de sus navíos. "Era pequeño, pero excelente. Ningún otro navío hubiera podido soportar por tanto tiempo la tormenta que él hubiera de sufrir durante días y días".

Virginia Woolf escribe " Al acabar un libro de Conrad, lo que nos impresiona y se queda impreso en la memoria, no es tal ola gigante que ha arrancado de cuajo tablones y se ha llevado algunos marinos; no es tal puesta de sol o tal incendio en alta mar, no; es la grandiosidad que representa para el hombre el tener que afrontar esas olas, el conservar su sangre fría, el ser bueno, fiel, en un Universo indiferente y temible".

Ar Lor dijo...

¡Qué razón tiene Virginia Woolf!
Y en ese universo indiferente, sólo el ser humano, una mota de polvo, de una mota de polvo, tiene la soberbia o la ignorancia, de creerse mediante subterfugios espirituales, algo más de lo que verdaderamente es.