Hymn of PanAdonais y otros poemas
FROM the forests and highlands
We come, we come;
From the river-girt islands,
Where loud waves are dumb,
Listening to my sweet pipings.
The wind in the reeds and the rushes,
The bees on the bells of thyme,
The birds on the myrtle bushes,
The cicale above in the lime,
And the lizards below in the grass,
Were as silent as ever old Tmolus was,
Listening to my sweet pipings.
Liquid Peneus was flowing,
And all dark Tempe lay
In Pelion's shadow, outgrowing
The light of the dying day,
Speeded by my sweet pipings.
The Sileni and Sylvans and Fauns,
And the Nymphs of the woods and waves,
To the edge of the moist river-lawns,
And the brink of the dewy caves,
And all that did then attend and follow,
Were silent with love, as you now, Apollo,
With envy of my sweet pipings.
I sang of the dancing stars,
I sang of the dædal earth,
And of heaven, and the giant wars,
And love, and death, and birth.
And then I changed my pipings—
Singing how down the vale of Mænalus
I pursued a maiden, and clasp'd a reed:
Gods and men, we are all deluded thus!
It breaks in our bosom, and then we bleed.
All wept—as I think both ye now would,
If envy or age had not frozen your blood-
At the sorrow of my sweet pipings.
Himno de Pan
De las altas tierras y bosques
hoy venimos, venimos;
de las islas ceñidas de ríos,
donde, bravas, las ondas se callan,
escuchando mi flauta tan dulce.
Todo viento, en los juncos y cañas,
y la abeja en la flor del tomillo,
en arbustos de mirto los pájaros,
la cigarra en limeros subida,
los lagartos abajo, en la hierba,
más que Tmolus, el viejo, callaban,
escuchando mi flauta tan dulce.
El líquido Peneo fluía
y el Tempé estaba oscuro, a la sombra
del Pelión, que ya dominaba
el ocaso más rápido huyendo
por el son de mi flauta tan dulce.
Los silenos, silvanos y faunos
y las ninfas de ríos y selvas,
en la orilla de prados mojados
o en las cuevas que cubre el rocío,
y así todo el cortejo, callaban
por amor, como callas, Apolo,
envidiando mi flauta tan dulce.
Los danzantes luceros, cantaba,
y la Tierra, como un laberinto,
y los cielos, las guerras enormes
del Amor y el Nacer y la Muerte.
Mudé luego mi canto: era un Ménalo,
en un valle -canté-: perseguía
a una joven y obtuve una caña.
¡Así engañan a humanos y dioses!
Se nos quiebra en el pecho y sangramos:
y lloraron. Y así lloraríais
si la envidia o la edad no os helaran,
al plañir de mi flauta tan dulce.
(Traducción M.Manent)
Percy Bysshe Shelley
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