Desde hace unos días, me invade otra vez la nostalgia del desierto, ¡intensa hasta dolerme! Iría aunque fuera a la última casucha del viejo Biskra, como en la que estuvimos Sliméne y yo la tarde de mi venida, el pasado 2 de marzo..., ¡hace ya seis largos meses!... Iría allí, al alba, o mejor al atardecer, y echaría un vistazo amoroso, de exiliada, al imponente Sahara..., ¡sólo un vistazo!
¡Ah, ser libres, los dos y con dinero para ir a nuestra patria! ¿Volveré a ver algún día mi querido desierto?
Algo en el fondo de mi corazón, como un oscuro presentimiento, me dice que sí, que voy a volver... ¡y un día no muy lejano!
¡Lo que daría hoy por abandonar esta maldita tierra de padecimientos, y volver allí, a suelo africano!
Miro los dibujos de aquellas tierras que tengo en la pared. Aquí me ahogo en este cuarto, en esta ciudad que sólo me ha dado penurias.
Quiero irme, ser libre y vagabunda...
¡Ah, ser libres, los dos y con dinero para ir a nuestra patria! ¿Volveré a ver algún día mi querido desierto?
Algo en el fondo de mi corazón, como un oscuro presentimiento, me dice que sí, que voy a volver... ¡y un día no muy lejano!
¡Lo que daría hoy por abandonar esta maldita tierra de padecimientos, y volver allí, a suelo africano!
Miro los dibujos de aquellas tierras que tengo en la pared. Aquí me ahogo en este cuarto, en esta ciudad que sólo me ha dado penurias.
Quiero irme, ser libre y vagabunda...
Los diarios de una nómada apasionada
Isabelle Eberhardt
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