lunes, 25 de mayo de 2009

La sombra del Kilimanjaro


Adia. Muchacha africana
Las tres tribus que vivieron y viajaron en el Tsavo en los años anteriores a su transformación en parque -los wakamba, waliangulu y los orma- eran capaces de pasar semanas e incluso meses en las regiones de arbustos espinosos sólo con lo que podían recolectar y cazar. En el relato de su viaje por el Sabaki en 1890, Lugard describió cómo en esta región podías encontrar ormas paseando, en el sentido que los aborígenes australianos le dan al término. "De pronto doblas un recodo en el serpenteante sendero de los animales", escribió Lugard, "y te encuentras cara a cara con un galla (orma) acompañado de dos o tres amigos, cada uno con una lanza de dos metros de largo. Le preguntas adónde va y de dónde viene, y te contesta con absoluta naturalidad, como si te hubiese esperado todo el día, que está "paseando" por gusto. Si preguntas, averiguarás que ese paseo empezó con toda probabilidad hace un par de meses y que todavía durará un mes o más, que cubre entre treinta y cincuenta kilómetros al día, y que en ese paseo no hay otro objetivo para el galla que su gusto por deambular, y que no lleva más ropas o pertenencias de ningún tipo que su lanza de dos metros".

La sombra del Kilimanjaro
Rick Ridgeway