Me di cuenta, al caminar por esa gran capital, que su laborioso tumulto me era hostil, y que me sentiría mucho mejor en una ciudad pequeña o en un pueblo.
En la pequeña ciudad, sufrí una constante e inexplicable presión en la cabeza; respiré una tristeza difícil. Entonces recordé con nostalgia el abierto atractivo de la gran ciudad e imaginé también la tranquilidad de un pueblo.
En el pueblo comprobé que nunca podría soportar su increíble soledad, la noche que lo devoraba por entero, las cuatro calles vacías, el perpetuo sueño. Y añoré la ciudad (cualquier ciudad, grande o pequeña) siempre alegre y encendida.
Y así, cómo regresar. Dónde he de quedarme. Un corto viaje a cualquier parte demuestra que vivir es muy difícil. No hay calles hechas para nosotros. tenemos que contemplarlas, reunir fuerzas y soportar su geometría. En realidad, hemos sabido siempre que pertenecemos a un lugar distinto (nadie sabe muy bien cómo se llama), un lugar que está muy lejos.
En la pequeña ciudad, sufrí una constante e inexplicable presión en la cabeza; respiré una tristeza difícil. Entonces recordé con nostalgia el abierto atractivo de la gran ciudad e imaginé también la tranquilidad de un pueblo.
En el pueblo comprobé que nunca podría soportar su increíble soledad, la noche que lo devoraba por entero, las cuatro calles vacías, el perpetuo sueño. Y añoré la ciudad (cualquier ciudad, grande o pequeña) siempre alegre y encendida.
Y así, cómo regresar. Dónde he de quedarme. Un corto viaje a cualquier parte demuestra que vivir es muy difícil. No hay calles hechas para nosotros. tenemos que contemplarlas, reunir fuerzas y soportar su geometría. En realidad, hemos sabido siempre que pertenecemos a un lugar distinto (nadie sabe muy bien cómo se llama), un lugar que está muy lejos.
Noticia de tierras improbables
Pedro Ugarte
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