La novela de misterio no debe pretender hacerlo todo a la vez. Si se trata de un enigma que se desarrolla en un clima mental frío, no puede ser a la vez una historia de aventuras violentas o de pasiones encendidas. Una atmósfera de terror destruye el pensamiento lógico. Si la historia versa sobre las intrincadas presiones psicológicas que impulsan a la gente a cometer un asesinato, no puede incluir al mismo tiempo los análisis desapasionados del investigador profesional. El detective no puede ser un héroe y una amenaza al mismo tiempo; el asesino no puede ser a la vez una víctima atormentada de las circunstancias y un villano despreciable.
Se ha dicho que "a nadie le importa el cadáver". Esto es una tontería, pues se está prescindiendo de un elemento valioso. Es como decir que el asesinato de tu tío te importa lo mismo que el asesinato de un desconocido en una ciudad en la que nunca has estado.
La trama amorosa casi siempre debilita el misterio, porque introduce un tipo de tensiones que son antagónicas a los esfuerzos del detective por resolver el problema. Complica la situación, y en nueve de cada diez casos, elimina, por lo menos, a dos sospechosos utilizables. El único tipo de trama amorosa eficaz es la que genera un peligro personal para el detective... pero que, al mismo tiempo , uno sabe instintivamente que será episódica. Un buen detective nunca se casa.
Chandler por sí mismo
Raymond Chandler
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