lunes, 4 de enero de 2010

En cuanto cae la noche,


Venuta la sera, mi ritorno in casa, ed entro nel mio scrittoio; et in su l’uscio mi spoglio quella veste cotidiana, piena di fango et di loto, et mi metto panni reali et curiali; et rivestito condecentemente entro nelle antique corti delli antiqui uomini, dove, da loro ricevuto amorevolmente, mi pasco di quel cibo che solum è mio et che io nacqui per lui; dove io non mi vergogno parlare con loro, et domandarli della ragione delle loro actioni; et quelli per loro humanità mi rispondono; et non sento per quattro ore di tempo alcuna noia, sdimenticho ogni affanno, non temo la povertà, non mi sbigottisce la morte: tucto mi transferisco in loro.

En cuanto cae la noche, regreso a casa y voy a mi estudio; al entrar al mismo me despojo de mis ropas de campesino, sucias y polvorientas, me pongo un traje cortesano, y ya propiamente vestido, me introduzco a las antiguas cortes de hombres viejos, en donde, siendo amablemente recibido por ellos, soy alimentado con ese alimento que es sólo mío; en donde no vacilo en hablar con ellos ni en preguntarles las razones de sus actos, y ellos son magnánimos en responderme; y por cuatro horas no siento cansancio, me olvido de todos los problemas; la pobreza no me aterroriza; y soy poseído por completo por esos grandes.
Carta a Francesco Vettori
(Las epístolas privadas de Nicolás Maquiavelo) 
Nicolás Maquiavelo

2 comentarios:

Gavilán dijo...

Extraordinario, Ar Lor. ¿Acaso no nos reconocemos en ese texto?

Ar Lor dijo...

Ciertamente extraordinario, Gavilán. Y verdaderamente acertada tu suposición. Descubrí ayer la carta (la entrada tiene 10 enlaces para los golosos): "Y en esta piojería he de zambullirme para que no acabe de enmohecérseme el cerebro".
Si describe "nuestra situación, de tener que alquilar nuestra mente para ganarnos el pan. Nihil nobi sub sole.