En lo que concierne a las pasiones y al placer la imaginación de la mujer es capaz de llegar más lejos que la del hombre.
El Papa Rezzonico permitió en Roma toda clase de juegos de azar, pero prohibió el baile. Su sucesor, Ganganelli, que tenía opiniones distintas, prohibió el juego y autorizó el baile. La infabilidad de los papas es tal que uno reprueba lo que otro autorizó. A Canganelli le parece menos inmoral dejar que sus súbditos bailaran que facilitarles los medios para que se arruinasen, se suicidaran o se hiciesen bandidos, pero Rezzonico no había caído en eso.
¡Feliz juventud, te echo de menos porque me ofrecías frecuentes novedades, lo que me hace aborrecer la vejez, que sólo me ofrece cosas conocidas!
Observaciones y pensamientos
Giacomo Casanova
No hay comentarios:
Publicar un comentario