El verdadero viajero es siempre un vagabundo, con las alegrías, las tentaciones y el sentido de aventura que tiene el vagabundo. Viajar es "vagabundear" o no es viajar. La esencia del viaje es no tener deberes, ni horas fijas, ni correspondencia, ni vecinos inquisidores, ni comisiones de recepción, ni destino fijo. Un buen viajero es el que no sabe a dónde va, y un viajero perfecto es el que no sabe de dónde viene. Es probable que este viajero no tenga un solo amigo en una tierra extraña, pero como lo expresó una monja china: "No estimar a nadie en particular es estimar a la humanidad en general". No tener un amigo particular es tener a todos por amigos. Este viajero ama a la humanidad en general, se mezcla con ella y ambula observando el encanto de la gente y sus costumbres.
Traducción de Román A. Jiménez.
La importancia de vivir
Lin Yutang
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