N. C. Wyeth. Robinson leyendo la Biblia.
Un náufrago, único que se salva, logra
llegar a una isla desierta. Consigo sólo tiene tabaco y pipa. De los
restos del naufragio recupera fatigosamente provisiones, ron, armas,
municiones (cazará aves y cabras), un hacha y una sierra (construirá un
fortín), semillas de trigo (plantará y cosechará). Encuentra también
dinero (¿"Para qué sirves"?, pero lo coge), papel, tinta y plumas: tres
Biblias; perros y gatos. Se hace una mesa, una silla, se pone a
escribir: un balance de su suerte en dos columnas, el mal y el bien que
lo compensa, por lo que da gracias a Dios. Todo lo hace por sí solo:
reinventa la agricultura; trabaja de alfarero; se viste con pieles.
Tiene un loro, única voz amiga. Después de quince años de soledad
(anhelando reencontrar a sus semejantes) un descubrimiento le
aterroriza: ¡la huella de un pie en la arena! Hay tribus que suelen
desembarcar para celebrar ritos caníbales. A tiros, salva una futura
víctima. El salvaje Viernes, agradecido, se convierte en su siervo:
obediente, trabaja la tierra; estudia el Evangelio. Otras víctimas
liberadas después: el padre de Viernes y un blanco (pero español, es
decir, enemigo : ¡otro peligro!).
Al fin desembarcan unos ingleses; llevan prisioneros atados (Viernes cree que también los blancos son caníbales): son marineros amotinados. Los oficiales, salvados, recuperan el barco: después de 28 años Robinson deja la isla.
Al fin desembarcan unos ingleses; llevan prisioneros atados (Viernes cree que también los blancos son caníbales): son marineros amotinados. Los oficiales, salvados, recuperan el barco: después de 28 años Robinson deja la isla.
Traducción de Héctor Abad (Revista Quimera)
Elogio del resumen
Italo Calvino
Italo Calvino
No hay comentarios:
Publicar un comentario