José Ángel Valente, fotografiado por Manuel Falces en 1994.
No se trata de que la obra sea breve o larga. No importa escribir poco o mucho. Importa tener la gracia o el don de la "abundancia justa", como quiere Lezama Lima en la "Plegaria tomista" de Tratados en la Habana.
También el poema nace al comenzar una larga gestación previa a la que cabría llamar la escritura exterior. (Vive con tus poemas antes de escribirlos, dice en su bella lengua Carlos Drumond de Andrade.) En realidad, el poema no se escribe, se alumbra.
Escribir es una aventura totalmente personal. No merece juicio. Ni lo pide. Puede engendrar, engendra a veces en otro una volición, una afección, un adentramiento. Otra aventura personal. Eso es todo.
Ginebra, agosto de 1992
Cómo se pinta un dragón
José Ángel Valente
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