Rainer Maria Rilke. Los apuntes de Malte Laurids Brigge.
¡Ay, pero con los versos se ha hecho muy poco cuando se escriben pronto! Se debería esperar para ello, y reunir sentido y dulzura a lo largo de toda una vida, posiblemente una larga vida, y luego, hacia el final, quizá se podrían escribir diez líneas que fueran buenas. Porque los versos no son como cree la gente, sentimientos (estos se tiene bastante pronto): son experiencias. Para un solo verso se deben ver muchas ciudades, hombres y cosas; se deben conocer los animales, se debe sentir cómo vuelan los pájaros, y saber con qué ademanes se abren las florecillas por la mañana. Se debe poder pensar otra vez en lugares desconocidos, en encuentros inesperados y en despedidas que se vieron venir durante mucho tiempo; en días de infancia, que todavía siguen sin explicar; en los padres, a los que hacíamos daño cuando nos traían una alegría que no comprendíamos (era una alegría para otros); en las enfermedades de niño, que empiezan tan extrañamente, con tan hondas y difíciles transformaciones; en días en cuartos quietos y recogidos, y en mañanas en el mar; en el mar, sobre todo, en mares, en noches de viaje, que corrían altas y volaban con todas las estrellas; y todavía no es bastante el poder pensar en todo esto. Hay que tener recuerdos de muchas noches de amor, ninguna de las cuales se parecía a otra; de gritos de parturientas, y de leves, blancas paridas dormidas, que se cierran. Pero también hay que haber estado con agonizantes; hay que haber estado sentado entre muertos, en el cuarto con la ventana abierta y los ruidos a golpes. Y tampoco bastan que se tengan recuerdo. Es preciso poderlos olvidar, cuando son muchos, y es preciso tener la gran paciencia de esperar a que vuelvan. Porque los recuerdos mismos aún no son eso. Sólo cuando se hacen sangre en nosostros, mirada y gesto, sin nombre, y ya no distinguibles de nosotros mismos, sólo entonces, puede ocurrir que en una hora muy extraña brote en su centro la primera palabra de un verso, y parta de ellos.
Traducción de José María Valverde
Los apuntes de Malte Laurids Brigge
Rainer Maria Rilke
2 comentarios:
Y si desaparecen para siempre los recuerdos?
Si sucede lo que dices seríamos como barcos a la deriva sin posibilidad de anclar en ninguna costa. Infierno más terrible que el de Dante.
Un fuerte abrazo, amiga Mariàngela.
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