jueves, 20 de febrero de 2014

Elizabide el Vagabundo

Ernestine von Kirchsberg. Casa con jardín, 1924.

Al pasar en el tren o en el coche por las provincias del Norte, ¡no habéis visto casas solitarias que, sin saber por qué, os daban envidia? Parece que allá dentro se debe de vivir bien, se adivina una existencia dulce y apacible; las ventanas, con cortinas, hablan de interiores casi monásticos, de grandes habitaciones amuebladas con arcas y cómodas de nogal, de inmensas camas de madera; de una existencia tranquila, sosegada, cuyas horas pasan lentas, medidas por el viejo reloj de alta caja, que lanza en la noche su sonoro tic-tac.

Cuentos
Pío Baroja (1872-1956)

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