Fotografía de Larry Silver.
Acudo a los andenes de las viejas
estaciones y asisto al desenfreno
de los abrazos, a la húmeda
intensidad de las miradas.
Llegar, partir, no tienen más sentido
que el de la ceremonia del encuentro
o del adiós.
Echan a nadar bufando las antiguas
locomotoras y en las ventanillas
de los vagones se suceden
escenas silenciosas
cuyo principio y cuyo
final jamás conoceré.
De madrugada ya, se quedan solos
los andenes y en todos hay un banco
de madera y una luz roja al fondo.
Las edades del frío (1998)
Rafael Guillén
2 comentarios:
Los años lo envejecen todo. Hoy pasan los trenes
menos veloces que los días y como aquellos, no se detienen
y las locomotoras, que a diario paraban,
hoy son instantáneas.
La libreta del jefe de estación de Grub
se conserva todavía encima del armario.
Entre caligrafía y polvo tiene anotados
los horarios de los trenes,
los que no paraban y los que sí lo hacían;
contaban todos los trenes, como los días que pasan,
que desaprovechamos, éstos también nos los cuentan
en el dietario negro.
Francesc Cornadó
Exquisito poema.Revelador.Las viejas estaciones están ahí...
Un fuerte abrazo, amigo Francesc Cornadó.
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