lunes, 31 de julio de 2017

Los aires

Jorge Guillén. Cántico. 1ª edición completa, 1950.

¡Damas altas, calandrias!

Junten su elevación
Algazara y montaña,
Todavía crecientes
Gracias a la mañana
Trémula del rocío,
Tan cándida y sin tasa
Bajo el cielo inventor
De distancias, de fábulas.

¡Libertad de la luz,
Damas altas, calandrias,
Lo rubio, lo ascendente!

Sean así la traza
Tan simple aún, clarísima,
De las profundas Nadas
Gozosas de los aires,
Con un alma inmediata,
Sí, visible, total
¡Ah! para la mirada
De los siempre amadores.

¡Damas altas, calandrias!

Cántico (1950)
Jorge Guillén

Los aires

Jorge Guillén. Cántico. 1ª edición completa, 1950.

¡Damas altas, calandrias!

Junten su elevación
Algazara y montaña,
Todavía crecientes
Gracias a la mañana
Trémula del rocío,
Tan cándida y sin tasa
Bajo el cielo inventor
De distancias, de fábulas.

¡Libertad de la luz,
Damas altas, calandrias,
Lo rubio, lo ascendente!

Sean así la traza
Tan simple aún, clarísima,
De las profundas Nadas
Gozosas de los aires,
Con un alma inmediata,
Sí, visible, total
¡Ah! para la mirada
De los siempre amadores.

¡Damas altas, calandrias!

Cántico (1950)
Jorge Guillén

domingo, 30 de julio de 2017

Calendario

Alfonso Reyes. Calendario.

EL BUEN IMPRESOR

El sino del impresor amateur es la desdicha.
Tenía que imprimir una Doctrina Cristiana que empezaba con la frase "Dios hizo el mundo en siete días"; y quería a toda costa emplear en el libro sagrado la mejor capitular que tenía: una hermosa mayúscula de misal, vestida de rojos y oros vivos, con ángeles azules y festones de flores, bandas y columnas simbólicas, pájaros vistosos.
Ahora bien, el libro empezaba por "D", y la mayúscula historiada era una "F".
El editor se decidió a tocar levemente el original, e imprimió así:
"Francamente, Dios hizo el mundo en siete días."
(Y es lástima que no fuera erudito en doctrinas heterodoxas, porque pudo haber puesto, con mayor sentido: "Finalmente, Dios hizo el mundo en siete días." ¡El principio del fin!)

Calendario (1924)
Alfonso Reyes

Calendario

Alfonso Reyes. Calendario.

EL BUEN IMPRESOR

El sino del impresor amateur es la desdicha.
Tenía que imprimir una Doctrina Cristiana que empezaba con la frase "Dios hizo el mundo en siete días"; y quería a toda costa emplear en el libro sagrado la mejor capitular que tenía: una hermosa mayúscula de misal, vestida de rojos y oros vivos, con ángeles azules y festones de flores, bandas y columnas simbólicas, pájaros vistosos.
Ahora bien, el libro empezaba por "D", y la mayúscula historiada era una "F".
El editor se decidió a tocar levemente el original, e imprimió así:
"Francamente, Dios hizo el mundo en siete días."
(Y es lástima que no fuera erudito en doctrinas heterodoxas, porque pudo haber puesto, con mayor sentido: "Finalmente, Dios hizo el mundo en siete días." ¡El principio del fin!)

Calendario (1924)
Alfonso Reyes

sábado, 29 de julio de 2017

Rajatabla

Luis Britto García. Rajatabla.

Vuelco

ENGAÑO TRAICIÓN ESTAFA

Mercaderes ávidos nos cambian sin que lo sepamos porque los cambios mínimos nadie los nota y así los malditos nos sustituyen célula por célula hoy por ejemplo en la punta de la nariz mañana en el dedo pequeño del pie nos van quitando nuestro ser e instaurando fracciones mínimas del de otra u otras personas. Naturalmente que al cabo de cinco años sospechamos la estafa y nos enfurecemos pero a esas alturas ya todo es peligroso porque a lo mejor somos enteramente la otra persona por quien nos han sustituido y cualquier cambio podría resultarnos contraproducente.
Así, caso asombroso de dos personas transformadas mutuamente en la otra a través de un largo proceso, al terminar éste gritaron. cambiaron de lugar y fue como si nada hubiera pasado. Las sustituciones nunca son tan simples como en este caso de improbabilidad casi infinita. La variación de materiales es mucho más compleja; el surtido de combinaciones, sorprendente, y la pesadumbre de uno al saber que anda todo repartido por allí inagotable; las amenazas de incesto son vagas, pero persistentes, el sobresalto de reconocerse en cierta córnea cierto poro cierto lunar, indefinido pero omnipresente.
Lo bueno de estas cosas es que siempre le pasan solamente a los otros.

Rajatabla (1971)
Luis Britto García

Rajatabla

Luis Britto García. Rajatabla.

Vuelco

ENGAÑO TRAICIÓN ESTAFA

Mercaderes ávidos nos cambian sin que lo sepamos porque los cambios mínimos nadie los nota y así los malditos nos sustituyen célula por célula hoy por ejemplo en la punta de la nariz mañana en el dedo pequeño del pie nos van quitando nuestro ser e instaurando fracciones mínimas del de otra u otras personas. Naturalmente que al cabo de cinco años sospechamos la estafa y nos enfurecemos pero a esas alturas ya todo es peligroso porque a lo mejor somos enteramente la otra persona por quien nos han sustituido y cualquier cambio podría resultarnos contraproducente.
Así, caso asombroso de dos personas transformadas mutuamente en la otra a través de un largo proceso, al terminar éste gritaron. cambiaron de lugar y fue como si nada hubiera pasado. Las sustituciones nunca son tan simples como en este caso de improbabilidad casi infinita. La variación de materiales es mucho más compleja; el surtido de combinaciones, sorprendente, y la pesadumbre de uno al saber que anda todo repartido por allí inagotable; las amenazas de incesto son vagas, pero persistentes, el sobresalto de reconocerse en cierta córnea cierto poro cierto lunar, indefinido pero omnipresente.
Lo bueno de estas cosas es que siempre le pasan solamente a los otros.

Rajatabla (1971)
Luis Britto García

viernes, 28 de julio de 2017

Ha estado en la vendimia

José Vela Zanetti. La vendimia.

para mi madre

Ha estado en la vendimia. Dice que se parece
a un ejercicio zen.

«Primero todos gritan, están como excitados,
Como si presintieran una embriaguez futura
mientras se distribuyen por la tierra. Tú mismo
oyes y dices cosas que nunca imaginaste.
Te pierdes en tu surco, cada uno en el suyo, 
manejas la hoz pequeña, vacías los capazos
en el remolque. Vuelves a tu lugar y entras
en un silencio enorme. Las horas, los minutos
dejan de numerarse, sería tan inútil
como contar las uvas, pero al final del día
sabes exactamente qué partes de tu cuerpo
van a dolerte.»

                                       Ha estado en la vendimia.
Dice que se parece a un ejercicio zen.

Eros es más (2007)
Juan Antonio González-Iglesias

Ha estado en la vendimia

José Vela Zanetti. La vendimia.

para mi madre

Ha estado en la vendimia. Dice que se parece
a un ejercicio zen.

«Primero todos gritan, están como excitados,
Como si presintieran una embriaguez futura
mientras se distribuyen por la tierra. Tú mismo
oyes y dices cosas que nunca imaginaste.
Te pierdes en tu surco, cada uno en el suyo, 
manejas la hoz pequeña, vacías los capazos
en el remolque. Vuelves a tu lugar y entras
en un silencio enorme. Las horas, los minutos
dejan de numerarse, sería tan inútil
como contar las uvas, pero al final del día
sabes exactamente qué partes de tu cuerpo
van a dolerte.»

                                       Ha estado en la vendimia.
Dice que se parece a un ejercicio zen.

Eros es más (2007)
Juan Antonio González-Iglesias

Rubayats

Djalal Ud Din Rumi. Odas a la embriaguez divina.

29

A nosotros que, sin copa ni vino, estamos contentos,
nosotros que, deshonrados o alabados, estamos contentos.
«¿En qué acabaréis?» nos preguntan;
A nosotros que, sin acabar en nada, estamos contentos.


59

Yo soy este alma única que posee cien mil cuerpo.
Pero ¿qué puedo hacer? ¡Tengo la boca sellada!
He visto una multitud de hombres que eran todos ellos yo mismo;
Pero, entre todos, no he visto a aquel mismo que soy yo.

Traducción de Manuel Escrivá de Romaní

Rubayats. Odas a la embriaguez divina.
Djalal Ud Din Rumi

Rubayats

Djalal Ud Din Rumi. Odas a la embriaguez divina.

29

A nosotros que, sin copa ni vino, estamos contentos,
nosotros que, deshonrados o alabados, estamos contentos.
«¿En qué acabaréis?» nos preguntan;
A nosotros que, sin acabar en nada, estamos contentos.


59

Yo soy este alma única que posee cien mil cuerpo.
Pero ¿qué puedo hacer? ¡Tengo la boca sellada!
He visto una multitud de hombres que eran todos ellos yo mismo;
Pero, entre todos, no he visto a aquel mismo que soy yo.

Traducción de Manuel Escrivá de Romaní

Rubayats. Odas a la embriaguez divina.
Djalal Ud Din Rumi

martes, 25 de julio de 2017

Los pasos perdidos

Alejo Carpentier. Los pasos perdidos.

20
Lo que más me asombraba era el inacabable mimetismo de la naturaleza virgen. Aquí todo parecía otra cosa, creándose un mundo de apariencias que ocultaba la realidad, poniendo muchas verdades en entredicho. Los caimanes que acechaban en los bajos fondos de la selva anegada, inmóviles, con las fauces en espera, parecían maderos podridos, vestidos de escaramujos; los bejucos parecían reptiles y las serpientes parecían lianas, cuando sus pieles no tenían nervaduras de maderas preciosas, ojos de ala de falena, escamas de ananá o anillas de coral; las plantas acuáticas se apretaban en alfombra tupida, escondiendo el agua que les corría debajo, fingiéndose vegetación de tierra muy firme: las cortezas caídas cobraban muy pronto una consistencia de laurel en salmuera, y los hongos eran como coladas de cobre, como espolvoreos de azufre, junto a la falsedad de un camaleón demasiado rama, demasiado lapislázuli, demasiado plomo estriado de un amarillo intenso, simulación, ahora, de salpicaduras de sol caídas a través de hojas que nunca dejaban pasar el sol entero. La selva era el mundo de la mentira, de la trampa y del falso semblante; allí todo era disfraz, estratagema, juego de apariencias, metamorfosis.

Los pasos perdidos (1953)
Alejo Carpentier

Los pasos perdidos

Alejo Carpentier. Los pasos perdidos.

20
Lo que más me asombraba era el inacabable mimetismo de la naturaleza virgen. Aquí todo parecía otra cosa, creándose un mundo de apariencias que ocultaba la realidad, poniendo muchas verdades en entredicho. Los caimanes que acechaban en los bajos fondos de la selva anegada, inmóviles, con las fauces en espera, parecían maderos podridos, vestidos de escaramujos; los bejucos parecían reptiles y las serpientes parecían lianas, cuando sus pieles no tenían nervaduras de maderas preciosas, ojos de ala de falena, escamas de ananá o anillas de coral; las plantas acuáticas se apretaban en alfombra tupida, escondiendo el agua que les corría debajo, fingiéndose vegetación de tierra muy firme: las cortezas caídas cobraban muy pronto una consistencia de laurel en salmuera, y los hongos eran como coladas de cobre, como espolvoreos de azufre, junto a la falsedad de un camaleón demasiado rama, demasiado lapislázuli, demasiado plomo estriado de un amarillo intenso, simulación, ahora, de salpicaduras de sol caídas a través de hojas que nunca dejaban pasar el sol entero. La selva era el mundo de la mentira, de la trampa y del falso semblante; allí todo era disfraz, estratagema, juego de apariencias, metamorfosis.

Los pasos perdidos (1953)
Alejo Carpentier

lunes, 24 de julio de 2017

El sacramento de los libros

Ilustración de Peter Kladyk.

Miles de libros por leer. Miles de libros que atesoran asombros y pasmos, maravillas y espasmos, los palacios de los diamantes, los rutilantes palacios del cristal y las mariposas, las verdades como cuchillos del hielo, los laberintos de las rosas y los detectives y los cadáveres que hay que tomárselos con calma, los recovecos de insospechadas historias que del agobio del vivir alivian el alma, las historias del vino y las rosas, los cantos épicos igual que murallas, las libélulas igual que poemas descarriados, las maravillas del mundo lo mismo que un celeste vuelo profundo, las maravillas científicas lo mismo que ojos de lince deslumbrantemente canallas, los encantos de las morrallas, la magia de los héroes y los cantos, los calambres, los espantos, los paisajes de los dolores y las hambres a lo alto y ancho del mundo, las banderas de la solidaridad, los huesos de torvo el chorvo, los tuétanos de los huesos, los tuétanos de los besos, las cenizas de otros besos que fueron y no son, el mundo a la pata la llana, las islas, las fontanas, las cordilleras de las nieves, los laberintos de las matemáticas como los jueves a la mitad de la semana, los misterios de la palangana, los amores de la pasión lo mismo que bólidos, los tratados muy espesos y sólidos, los recovecos del alma, los recovecos de las filosofías, los fantasmas que nos acechan lo mismo que quien cosecha los racimos de los espantos, la vida de los asesinos, la celeste vida de los santos, y hacia donde ruedan las ilusiones cuando ruedan y no vuelven jamás. Todo el sacramento de los universos y los mundos en el sacramento de los libros, y aquí fugazmente dicho a río revuelto. O dicho al grano: la calidad de la vida, y valga el abismo de la fraseología del momento. Desde luego, la calidad de vida no está en la cantidad de vida. Pero sí al menos está en la cantidad de libros. Una buena biblioteca bien leída es cantidad de libros, y es calidad de vida.

El sacramento de los libros
Miguel Romero Esteo

El sacramento de los libros

Ilustración de Peter Kladyk.

Miles de libros por leer. Miles de libros que atesoran asombros y pasmos, maravillas y espasmos, los palacios de los diamantes, los rutilantes palacios del cristal y las mariposas, las verdades como cuchillos del hielo, los laberintos de las rosas y los detectives y los cadáveres que hay que tomárselos con calma, los recovecos de insospechadas historias que del agobio del vivir alivian el alma, las historias del vino y las rosas, los cantos épicos igual que murallas, las libélulas igual que poemas descarriados, las maravillas del mundo lo mismo que un celeste vuelo profundo, las maravillas científicas lo mismo que ojos de lince deslumbrantemente canallas, los encantos de las morrallas, la magia de los héroes y los cantos, los calambres, los espantos, los paisajes de los dolores y las hambres a lo alto y ancho del mundo, las banderas de la solidaridad, los huesos de torvo el chorvo, los tuétanos de los huesos, los tuétanos de los besos, las cenizas de otros besos que fueron y no son, el mundo a la pata la llana, las islas, las fontanas, las cordilleras de las nieves, los laberintos de las matemáticas como los jueves a la mitad de la semana, los misterios de la palangana, los amores de la pasión lo mismo que bólidos, los tratados muy espesos y sólidos, los recovecos del alma, los recovecos de las filosofías, los fantasmas que nos acechan lo mismo que quien cosecha los racimos de los espantos, la vida de los asesinos, la celeste vida de los santos, y hacia donde ruedan las ilusiones cuando ruedan y no vuelven jamás. Todo el sacramento de los universos y los mundos en el sacramento de los libros, y aquí fugazmente dicho a río revuelto. O dicho al grano: la calidad de la vida, y valga el abismo de la fraseología del momento. Desde luego, la calidad de vida no está en la cantidad de vida. Pero sí al menos está en la cantidad de libros. Una buena biblioteca bien leída es cantidad de libros, y es calidad de vida.

El sacramento de los libros
Miguel Romero Esteo

A puertas cerradas

Castilviejo. Murallas de Ávila. Acuarela.

Hay una ciudad donde los ríos nunca pasan. Ni los peregrinos, ni los pájaros que van hacia el Sur. 
La ciudad está cerrada por tres filas de murallas cada una con una puerta, cerrada.
El rey las mandó cerrar cuando murió su hijo, pero era demasiado tarde, la muerte ya había salido, y no pudieron alcanzarla.
Tampoco volvió a entrar.
Todos estamos ahí, y esperamos, y la arena se amontona en los aljibes, pero lo peor de todo es la memoria.

Formas de la memoria (1989)
Rosalba Campra

A puertas cerradas

Castilviejo. Murallas de Ávila. Acuarela.

Hay una ciudad donde los ríos nunca pasan. Ni los peregrinos, ni los pájaros que van hacia el Sur. 
La ciudad está cerrada por tres filas de murallas cada una con una puerta, cerrada.
El rey las mandó cerrar cuando murió su hijo, pero era demasiado tarde, la muerte ya había salido, y no pudieron alcanzarla.
Tampoco volvió a entrar.
Todos estamos ahí, y esperamos, y la arena se amontona en los aljibes, pero lo peor de todo es la memoria.

Formas de la memoria (1989)
Rosalba Campra

sábado, 22 de julio de 2017

El extraño

Francisca Aguirre. Ítaca.

(Hay un extraño que visita mi hogar.
Viene a las mismas horas en que él solía venir.
Habla un parecido lenguaje, aunque con acento distinto.
No sé de dónde viene, cuánto tiempo piensa quedarse.
Me trata con afecto y a veces con ligero cansancio.
Le preocupan mis cosas —sabe mucho de mí—.
Pienso que debe ser amigo suyo,
pero sin duda es un amigo desleal:
presiento que lo odia.
A mí me asusta todo esto.
No sé cómo lo he de tratar,
cómo habré de decirle que no es ésta su casa.
No quisiera llegar a ofenderlo:
hay demasiado parecido en él con el otro, que amo.
Y cuando está callado hasta yo misma los confundo.

Estoy muy asustada:
tengo miedo a que se quede para siempre.
Porque si éste se queda
yo sé que nunca más volverá el otro).

Ítaca
Francisca Aguirre

El extraño

Francisca Aguirre. Ítaca.

(Hay un extraño que visita mi hogar.
Viene a las mismas horas en que él solía venir.
Habla un parecido lenguaje, aunque con acento distinto.
No sé de dónde viene, cuánto tiempo piensa quedarse.
Me trata con afecto y a veces con ligero cansancio.
Le preocupan mis cosas —sabe mucho de mí—.
Pienso que debe ser amigo suyo,
pero sin duda es un amigo desleal:
presiento que lo odia.
A mí me asusta todo esto.
No sé cómo lo he de tratar,
cómo habré de decirle que no es ésta su casa.
No quisiera llegar a ofenderlo:
hay demasiado parecido en él con el otro, que amo.
Y cuando está callado hasta yo misma los confundo.

Estoy muy asustada:
tengo miedo a que se quede para siempre.
Porque si éste se queda
yo sé que nunca más volverá el otro).

Ítaca
Francisca Aguirre

viernes, 21 de julio de 2017

Calila y Dimna

Abdalá Benalmocaffa. Calila y Dimna.

El rey se interesó:
—¿Cómo fue ello?
El ministro relató:
—Dicen que hubo un comerciante que tenía mucho dinero y muchos haberes y estaba casado con una bella mujer. Y hete aquí que un ladrón saltó la cerca de la casa de este comerciante, entró y se le encontró a él dormido y a su mujer despierta. Al ver al ladrón se espantó ésta, dio un brinco y se apretó contra el marido, abrazándole, cosa que él deseaba que en alguna ocasión ocurriera, pues ella no le quería, al sentirse así estrechado despertó y dijo:
—¿De dónde a mí tanto gusto?
Y en esto vio al ladrón, al que dijo:
—Oye, ladrón, eres libre de llevarte el dinero y los haberes que hayas cogido, porque tuyo es el mérito de que mi esposa se haya decidido a abrazarme.

Traducción y notas de Marcelino Villegas

Calila y Dimna
Abdalá Benalmocaffa

Calila y Dimna

Abdalá Benalmocaffa. Calila y Dimna.

El rey se interesó:
—¿Cómo fue ello?
El ministro relató:
—Dicen que hubo un comerciante que tenía mucho dinero y muchos haberes y estaba casado con una bella mujer. Y hete aquí que un ladrón saltó la cerca de la casa de este comerciante, entró y se le encontró a él dormido y a su mujer despierta. Al ver al ladrón se espantó ésta, dio un brinco y se apretó contra el marido, abrazándole, cosa que él deseaba que en alguna ocasión ocurriera, pues ella no le quería, al sentirse así estrechado despertó y dijo:
—¿De dónde a mí tanto gusto?
Y en esto vio al ladrón, al que dijo:
—Oye, ladrón, eres libre de llevarte el dinero y los haberes que hayas cogido, porque tuyo es el mérito de que mi esposa se haya decidido a abrazarme.

Traducción y notas de Marcelino Villegas

Calila y Dimna
Abdalá Benalmocaffa

martes, 18 de julio de 2017

De fusilamientos

Julio Torri, retratado por Salvador Pruneda, 1950.

Le poète maudit

Muy poco grata era su compañía y evitada hábilmente por todos. Había perpetrado un latrocinio hacía mucho, y lo que es peor no conservaba nada del mal habido dinero. De las dos razas humanas, pertenecía a la que pide prestado. Era un fatuo sin igual que no hallaba en Darío sino un admirable virtuoso de las palabras, y en Lugones un imitador genial sin originalidad verdadera. Su vida era completamente irregular. Notoria su mala educación; y nadie extrañará que deliberadamente le hayamos olvidado cuando redactamos la lista de socios de la Agrupación Ariel. Su ilustración era muy desigual, y desde luego nada académica. De latín no sabía ni los rudimentos, ni leía a los humoristas ingleses del tiempo de la reina Ana, ni poseía la principesca edición de los cuentos de Lafontaine, que engalanaron Eisen  y Chauffard, ni había oído hablar del Pseudo Calístenes, del Pseudo Turpino, ni del Pseudo Pamphilus.
Pero a pesar de todo, y por raro capricho de la Fortuna... hacía mejores versos que nosotros. No cabe duda que los dones poéticos se reparten de modo arbitrario y a veces tocan en suerte a los peores sujetos (de que se pueden aducir tantos ejemplos ilustres).
—Se suele admirar hasta la idolatría a un poeta —nos decíamos en nuestras amables cenas de la Agrupación Ariel—, y no apetecerlo para compañero en el paraíso.
Tras propinarnos interminables acertijos rimados nos consolábamos considerando que si la poesía tiene curiosas virtudes como la de mover los árboles y detener la corriente de los ríos, no dignifica por sí sola a los que la cultivan ni los dota de autoridad en letras.

De fusilamientos (1940)
Julio Torri

De fusilamientos

Julio Torri, retratado por Salvador Pruneda, 1950.

Le poète maudit

Muy poco grata era su compañía y evitada hábilmente por todos. Había perpetrado un latrocinio hacía mucho, y lo que es peor no conservaba nada del mal habido dinero. De las dos razas humanas, pertenecía a la que pide prestado. Era un fatuo sin igual que no hallaba en Darío sino un admirable virtuoso de las palabras, y en Lugones un imitador genial sin originalidad verdadera. Su vida era completamente irregular. Notoria su mala educación; y nadie extrañará que deliberadamente le hayamos olvidado cuando redactamos la lista de socios de la Agrupación Ariel. Su ilustración era muy desigual, y desde luego nada académica. De latín no sabía ni los rudimentos, ni leía a los humoristas ingleses del tiempo de la reina Ana, ni poseía la principesca edición de los cuentos de Lafontaine, que engalanaron Eisen  y Chauffard, ni había oído hablar del Pseudo Calístenes, del Pseudo Turpino, ni del Pseudo Pamphilus.
Pero a pesar de todo, y por raro capricho de la Fortuna... hacía mejores versos que nosotros. No cabe duda que los dones poéticos se reparten de modo arbitrario y a veces tocan en suerte a los peores sujetos (de que se pueden aducir tantos ejemplos ilustres).
—Se suele admirar hasta la idolatría a un poeta —nos decíamos en nuestras amables cenas de la Agrupación Ariel—, y no apetecerlo para compañero en el paraíso.
Tras propinarnos interminables acertijos rimados nos consolábamos considerando que si la poesía tiene curiosas virtudes como la de mover los árboles y detener la corriente de los ríos, no dignifica por sí sola a los que la cultivan ni los dota de autoridad en letras.

De fusilamientos (1940)
Julio Torri

domingo, 16 de julio de 2017

Un héroe de nuestro tiempo

Jorge Lizana. Los Villalones, 2013.

El fatalista

Regresaba a mi casa por las desiertas callejuelas del poblado. La luna llena y roja, como el resplandor de un incendio, asomaba tras el almenado horizonte de las casas; relucían plácidamente las estrellas en la bóveda azul oscura, y reí al recordar que había habido sapientísimos varones convencidos de que los astros intervienen en nuestras nimias disputas por un trozo de terreno o por cualquier derecho imaginario. ¿Y qué sucedió? Esas mariposas, que, en opinión de aquellos sabios, ardían con el solo fin de iluminar sus contiendas y sus triunfos, siguen resplandeciendo con el mismo fulgor, mientras que sus pasiones y esperanzas se extinguieron al mismo tiempo que ellos, como una pequeña hoguera encendida en la linde de un bosque por un peregrino despreocupado. Y no obstante, ¡qué fuerza de voluntad les infundía la certeza de que el cielo entero, con sus infinitos moradores, los contemplaba con callada pero constante simpatía!... Nosotros, sus míseros descendientes, que vamos por la tierra sin convicciones ni orgullo, sin placer ni temor (excepto por esa instintiva angustia que nos oprime el corazón al pensar en el fin inevitable), no somos ya capaces de grandes sacrificios, ni en bien de la humanidad ni aun en pro de nuestra propia dicha, porque sabemos que ésta es imposible. E, indiferentes, pasamos de una duda a otra, igual que nuestros antepasados iban de error en error, con la diferencia de que no tenemos sus esperanzas ni tan siquiera ese deleite, incierto pero intenso, que nuestro espíritu encuentra en toda lucha contra los hombres o contra el destino...

Traducción de Oriol Pose

Un héroe de nuestro tiempo (1840)
Mijail Lermontov

Un héroe de nuestro tiempo

Jorge Lizana. Los Villalones, 2013.

El fatalista

Regresaba a mi casa por las desiertas callejuelas del poblado. La luna llena y roja, como el resplandor de un incendio, asomaba tras el almenado horizonte de las casas; relucían plácidamente las estrellas en la bóveda azul oscura, y reí al recordar que había habido sapientísimos varones convencidos de que los astros intervienen en nuestras nimias disputas por un trozo de terreno o por cualquier derecho imaginario. ¿Y qué sucedió? Esas mariposas, que, en opinión de aquellos sabios, ardían con el solo fin de iluminar sus contiendas y sus triunfos, siguen resplandeciendo con el mismo fulgor, mientras que sus pasiones y esperanzas se extinguieron al mismo tiempo que ellos, como una pequeña hoguera encendida en la linde de un bosque por un peregrino despreocupado. Y no obstante, ¡qué fuerza de voluntad les infundía la certeza de que el cielo entero, con sus infinitos moradores, los contemplaba con callada pero constante simpatía!... Nosotros, sus míseros descendientes, que vamos por la tierra sin convicciones ni orgullo, sin placer ni temor (excepto por esa instintiva angustia que nos oprime el corazón al pensar en el fin inevitable), no somos ya capaces de grandes sacrificios, ni en bien de la humanidad ni aun en pro de nuestra propia dicha, porque sabemos que ésta es imposible. E, indiferentes, pasamos de una duda a otra, igual que nuestros antepasados iban de error en error, con la diferencia de que no tenemos sus esperanzas ni tan siquiera ese deleite, incierto pero intenso, que nuestro espíritu encuentra en toda lucha contra los hombres o contra el destino...

Traducción de Oriol Pose

Un héroe de nuestro tiempo (1840)
Mijail Lermontov

sábado, 15 de julio de 2017

¡Adentro!

Miguel de Unamuno, tetratado por Iñaki Massini Pontis.

Me dices en tu carta que, si hasta ahora ha sido tu divisa ¡adelante!, de hoy en más será ¡arriba! Deja eso de adelante y atrás, arriba y abajo, a progresistas y retrógrados, ascendentes y descendentes, que se mueven en el espacio exterior tan sólo, y busca el otro, tu ámbito interior, el ideal, el de tu alma. Forcejea por meter en ella al universo entero, que es la mejor manera de derramarte en él... En vez de decir, pues, ¡adelante!, o ¡arriba!, di ¡adentro! Reconcéntrate para irradiar; deja llenarte para que reboses luego, conservando el manantial. Recógete en ti mismo para mejor darte a los demás todo entero e indiviso. «Doy cuanto tengo», dice el generoso; «Doy cuanto valgo», dice el abnegado; «Doy cuanto soy», dice el héroe; «Me doy a mí mismo», dice el santo; y dí tú con él, y al darte: «Doy conmigo el universo entero». Para ello tienes que hacerte universo, buscándolo dentro de ti. ¡Adentro!

Obras selectas
Miguel de Unamuno

¡Adentro!

Miguel de Unamuno, tetratado por Iñaki Massini Pontis.

Me dices en tu carta que, si hasta ahora ha sido tu divisa ¡adelante!, de hoy en más será ¡arriba! Deja eso de adelante y atrás, arriba y abajo, a progresistas y retrógrados, ascendentes y descendentes, que se mueven en el espacio exterior tan sólo, y busca el otro, tu ámbito interior, el ideal, el de tu alma. Forcejea por meter en ella al universo entero, que es la mejor manera de derramarte en él... En vez de decir, pues, ¡adelante!, o ¡arriba!, di ¡adentro! Reconcéntrate para irradiar; deja llenarte para que reboses luego, conservando el manantial. Recógete en ti mismo para mejor darte a los demás todo entero e indiviso. «Doy cuanto tengo», dice el generoso; «Doy cuanto valgo», dice el abnegado; «Doy cuanto soy», dice el héroe; «Me doy a mí mismo», dice el santo; y dí tú con él, y al darte: «Doy conmigo el universo entero». Para ello tienes que hacerte universo, buscándolo dentro de ti. ¡Adentro!

Obras selectas
Miguel de Unamuno

martes, 11 de julio de 2017

Los ríos profundos

Jorge Warde. Boyeros lomo amarillo.

2. Los viajes

En los pueblos, a cierta hora, las aves se dirigen visiblemente a lugares ya conocidos. A los pedregales, a las huertas, a los arbustos que crecen en las orillas de las aguadas. Y según el tiempo, su vuelo es distinto. La gente del lugar no observa estos detalles, pero los viajeros, la gente que ha de irse, no los olvida. Las tuyas prefieren los árboles altos; los jilgueros duermen o descansan en los arbustos amarillos; el chihuaco canta en los árboles de hojas oscuras; el saúco, el eucalipto, el lambras; no va a los sauces. Las tórtolas vuelan a las paredes viejas y horadadas; las torcazas buscan las quebradas, los pequeños bosques de apariencia lejana; prefieren que se les oiga a cierta distancia. El gorrión es el único que está en todos los pueblos y en todas partes. El viuda-pisk'o salta sobre las grandes matas de espino, abre las alas negras, las sacude, y luego grita. Los loros grandes son viajeros. Los loros pequeños prefieren los cactus, los árboles de espino. Cuando empieza a oscurecer se reparten todas esas aves en el cielo; según los pueblos toman diferentes direcciones, y sus viajes los recuerda quien las ha visto, sus trayectos no se confunden en la memoria.

Los ríos profundos (1958)
José María Arguedas

Los ríos profundos

Jorge Warde. Boyeros lomo amarillo.

2. Los viajes

En los pueblos, a cierta hora, las aves se dirigen visiblemente a lugares ya conocidos. A los pedregales, a las huertas, a los arbustos que crecen en las orillas de las aguadas. Y según el tiempo, su vuelo es distinto. La gente del lugar no observa estos detalles, pero los viajeros, la gente que ha de irse, no los olvida. Las tuyas prefieren los árboles altos; los jilgueros duermen o descansan en los arbustos amarillos; el chihuaco canta en los árboles de hojas oscuras; el saúco, el eucalipto, el lambras; no va a los sauces. Las tórtolas vuelan a las paredes viejas y horadadas; las torcazas buscan las quebradas, los pequeños bosques de apariencia lejana; prefieren que se les oiga a cierta distancia. El gorrión es el único que está en todos los pueblos y en todas partes. El viuda-pisk'o salta sobre las grandes matas de espino, abre las alas negras, las sacude, y luego grita. Los loros grandes son viajeros. Los loros pequeños prefieren los cactus, los árboles de espino. Cuando empieza a oscurecer se reparten todas esas aves en el cielo; según los pueblos toman diferentes direcciones, y sus viajes los recuerda quien las ha visto, sus trayectos no se confunden en la memoria.

Los ríos profundos (1958)
José María Arguedas

lunes, 10 de julio de 2017

Primera fundación

Rosalba Campra. Ciudades para errantes.

Primero eran tan sólo una pocas casas, y alrededor la llanura inacabable, la línea del horizonte siempre a la altura de los ojos. Pero por ese espacio sin fronteras podían venir los enemigos, y no habría dónde esconderse, ni cómo defenderse de ellos. Fue por eso que se levantó la primera muralla, no demasiado alta, para poder ver si alguien se acercaba. Sólo que así los enemigos tampoco encontrarían dificultad en escalarla. De modo que detrás de esa muralla hubo que levantar otra, mucho más alta. Fue evidente entonces que si los enemigos conseguían escalar la segunda muralla, los tomarían desprevenidos, porque se habían sentido seguros. Y se levantó la tercera. Y así sucesivamente, hasta que se acabó el horizonte.

Ciudades para errantes (2007)
Rosalba Campra

Primera fundación

Rosalba Campra. Ciudades para errantes.

Primero eran tan sólo una pocas casas, y alrededor la llanura inacabable, la línea del horizonte siempre a la altura de los ojos. Pero por ese espacio sin fronteras podían venir los enemigos, y no habría dónde esconderse, ni cómo defenderse de ellos. Fue por eso que se levantó la primera muralla, no demasiado alta, para poder ver si alguien se acercaba. Sólo que así los enemigos tampoco encontrarían dificultad en escalarla. De modo que detrás de esa muralla hubo que levantar otra, mucho más alta. Fue evidente entonces que si los enemigos conseguían escalar la segunda muralla, los tomarían desprevenidos, porque se habían sentido seguros. Y se levantó la tercera. Y así sucesivamente, hasta que se acabó el horizonte.

Ciudades para errantes (2007)
Rosalba Campra

sábado, 8 de julio de 2017

Equinoccio

Francisco Tario en Italia, en 1953, fotografiado por Carmen Farell.

No hay tal silencio, fijaos bien. Es un constante rumor de astros, de aguas, de respiraciones heladas, de alas de pájaros.

¡Qué quietud la del mar embravecido, la del cielo tormentoso, la del fuego en el bosque, comparadas con la loca, desenfrenada, frenética aceleración de este nacer y morir de hombres!

Más que una flor, más que la noche, más que la lluvia, más aún que la Muerte, es mucho más bella, más silenciosa, más enigmática una llave perdida.

Hay en mí constantemente una curiosidad incurable por aquella Tierra silenciosa, nocturna, llena de pisadas celestes; aquella Tierra sin hombres, color violeta, de hace setecientos billones de años.

No puede ser de otro modo. Lo único que me inspira cierto respeto en el hombre es esa ilusión suya tan infantil de construir y construir casas.

Nadie debe poner en duda que todos aquellos que vemos transitar tan apresuradamente por la calles van a algo. Pongamos sí o no, que consigan sus propósitos; que vuelvan o no mañana, otro día. Está bien, pero ¿y después? ¿Y siempre? ¿Y el año que viene?

¡Oh, volverse de bronce y que lo sienten a uno en un parque a ver jugar a los niños!

Equinoccio (1946)
Francisco Tario 

Equinoccio

Francisco Tario en Italia, en 1953, fotografiado por Carmen Farell.

No hay tal silencio, fijaos bien. Es un constante rumor de astros, de aguas, de respiraciones heladas, de alas de pájaros.

¡Qué quietud la del mar embravecido, la del cielo tormentoso, la del fuego en el bosque, comparadas con la loca, desenfrenada, frenética aceleración de este nacer y morir de hombres!

Más que una flor, más que la noche, más que la lluvia, más aún que la Muerte, es mucho más bella, más silenciosa, más enigmática una llave perdida.

Hay en mí constantemente una curiosidad incurable por aquella Tierra silenciosa, nocturna, llena de pisadas celestes; aquella Tierra sin hombres, color violeta, de hace setecientos billones de años.

No puede ser de otro modo. Lo único que me inspira cierto respeto en el hombre es esa ilusión suya tan infantil de construir y construir casas.

Nadie debe poner en duda que todos aquellos que vemos transitar tan apresuradamente por la calles van a algo. Pongamos sí o no, que consigan sus propósitos; que vuelvan o no mañana, otro día. Está bien, pero ¿y después? ¿Y siempre? ¿Y el año que viene?

¡Oh, volverse de bronce y que lo sienten a uno en un parque a ver jugar a los niños!

Equinoccio (1946)
Francisco Tario 

En la ceniza escribo

Ryunosuke Akutagawa. En la ceniza escribo.

Se hace la calma
en la otoñal tormenta,
la luna asoma.

En la ceniza escribo
un nombre de mujer
al calor del brasero.

Caen hojas del gingko
y del cerezo caen,
nos mudamos de sitio.


Traducción de Fernando Rodríguez-Izquierdo

En la ceniza escribo
Ryunosuke Akutagawa

En la ceniza escribo

Ryunosuke Akutagawa. En la ceniza escribo.

Se hace la calma
en la otoñal tormenta,
la luna asoma.

En la ceniza escribo
un nombre de mujer
al calor del brasero.

Caen hojas del gingko
y del cerezo caen,
nos mudamos de sitio.


Traducción de Fernando Rodríguez-Izquierdo

En la ceniza escribo
Ryunosuke Akutagawa

viernes, 7 de julio de 2017

El Eco y sus leyendas

Talbot Hughes. Eco, 1900.

Bien enterado tú de lo que digo,
puedes a los demás y a ti explicarte
cómo en las soledades los peñascos
repiten las palabras por su orden
y en articulación cuando buscamos
entre montes opacos los perdidos
compañeros, llamándolos a voces.
Sitios he visto yo que repetían
seis o siete palabras, diciendo una:
las palabras así de cerro en cerro
reflejadas muy bien se distinguían.
Los pueblos comarcanos se figuran
que las ninfas habitan estos sitios,
y caprípedos sátiros, diciendo
los faunos ser, que en estas soledades
interrumpen la calma silenciosa
con su nocturno estrépito y retozo
y que hieren las cuerdas con destreza,
que acompaña la flauta bien tocada:
y aseguran sentir los campesinos
cuando Pan, agitando en su cabeza
anfibia la corona de los pinos,
recorre con sus labios retorcidos
los caramillos, porque nunca deja
de sonar canción rústica la flauta
otros muchos prodigios de esta clase
refieren, y los venden por milagros,
bien porque no se mire aquella tierra
que habiten ellos como abandonada
de los dioses, o bien sean movidos
de otra cualquiera razón, como que toda
la raza humana fábulas ansía.

Traducción de Abate Marchena

De la naturaleza de las cosas
Lucrecio

El Eco y sus leyendas

Talbot Hughes. Eco, 1900.

Bien enterado tú de lo que digo,
puedes a los demás y a ti explicarte
cómo en las soledades los peñascos
repiten las palabras por su orden
y en articulación cuando buscamos
entre montes opacos los perdidos
compañeros, llamándolos a voces.
Sitios he visto yo que repetían
seis o siete palabras, diciendo una:
las palabras así de cerro en cerro
reflejadas muy bien se distinguían.
Los pueblos comarcanos se figuran
que las ninfas habitan estos sitios,
y caprípedos sátiros, diciendo
los faunos ser, que en estas soledades
interrumpen la calma silenciosa
con su nocturno estrépito y retozo
y que hieren las cuerdas con destreza,
que acompaña la flauta bien tocada:
y aseguran sentir los campesinos
cuando Pan, agitando en su cabeza
anfibia la corona de los pinos,
recorre con sus labios retorcidos
los caramillos, porque nunca deja
de sonar canción rústica la flauta
otros muchos prodigios de esta clase
refieren, y los venden por milagros,
bien porque no se mire aquella tierra
que habiten ellos como abandonada
de los dioses, o bien sean movidos
de otra cualquiera razón, como que toda
la raza humana fábulas ansía.

Traducción de Abate Marchena

De la naturaleza de las cosas
Lucrecio

sábado, 1 de julio de 2017

En el principio

Blas de Otero. Pido la paz y la palabra, 1955.

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.

Pido la paz y la palabra (1955)
Blas de Otero

En el principio

Blas de Otero. Pido la paz y la palabra, 1955.

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.

Pido la paz y la palabra (1955)
Blas de Otero