Alfred Seifert. Hipatia.
Hipatia fue la primera mujer asesinada en la historia por ser una investigadora de la ciencia. Era la hija más hermosa de Teón, bibliotecario en Alejandría. Su padre había escrito tratados sobre geografía y música, era un erudito reconocido, pero ella lo aventajó en todo y llegó a poseer el dominio total de la astronomía y las matemáticas de su tiempo. Escribió textos densos. Se sabe, por ejemplo, que fue autora de un Comentario sobre la Aritmética de Diofanto, un Comentario sobre las Cónicas de Apolonio, y una edición del tercer libro de un escrito donde su padre divulgó el Almagesto de Ptolomeo. Lamentablemente no queda absolutamente nada, porque sus escritos fueron destruidos.
Durante la primavera del año 415 d. C., una muchedumbre de monjes devotos, liderados por un tal Pedro, seguidor del venerable Cirilo, obispo de Alejandría, la secuestró. Hipatia se defendió y gritó, pero nadie se atrevió a ayudarla. El temor se impuso y, de esta forma, los monjes pudieron llevarla hasta la iglesia de Cesario. Allí, a la vista de todos, comenzaron a golpearla brutalmente con tejas. Le arrancaron los ojos y la lengua. Cuando ya estaba muerta, llevaron el cuerpo a un lugar llamado Cinaro y la despedazaron, le sacaron los órganos y los huesos y finalmente quemaron los restos. La intención final no era otra que la total aniquilación de todo cuanto significaba Hipatia como mujer.
Cirilo era sobrino de Teófilo, el causante de la destrucción del Serapeum. Tenía un destino pendiente y lo cumplió. Entre el 412 y el 444 d. C., rigió los destinos espirituales de los alejandrinos. No soportó la sabiduría de Hipatia, capaz de poner en duda las doctrinas cristianas al practicar, con modestia, el método científico. Damascio ha contado lo siguiente: «Cirilo se carcomía hasta tal punto en su ánimo que tramó el asesinato de esta mujer de manera que sucediera lo antes posible».
El prefecto de la ciudad, avergonzado, ordenó una investigación sobre la muerte de Hipatia, y se designó como coordinador a Edesio, quien no tardó en recibir dinero de Cirilo para olvidarlo todo. El crimen de Hipatia quedó, así, impune, por ese bochornoso soborno.
Fernando Báez
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