Zinaida Serebriakova. Katia, 1930.
Capítulo IX
Expectación
La constante expectación nos conduce a la intuición de la aventura, que puede ser definida como la llamada del acontecimiento. Sólo el que tiene fe en la llegada del acaecimiento y en la existencia de lo maravilloso, espera la aventura, es decir, la realización de lo indeterminado. Tales se llaman almas ilusionadas. La aventura se encarna, a veces, en un viaje a tierras vírgenes, en la navegación, en la visita al País de los Feacios o en posar máquinas más allá de la Tierra; a veces, en el humilde viaje en ferrocarril, en el uso de un específico, o en el libro todavía no abierto; a veces, en la mujer exótica y muda, en la autóctona, o en la muchacha pavisosa e insignificante, por cuyo consciente y subconsciente quiere navegar el aventurero, descubriendo inéditos mundos; y, a veces, finalmente, en la callada investigación que desvela la verdad, velada por la apariencia.
Asklepios (1985)
Miguel Espinosa
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