As de espadas. Naipes Heraclio Fournier
Tras blandir su espada flamígera contra Adán y Eva, el ángel del Paraíso la hundió en la roca dispuesta expresamente para que el rey Arturo, más tarde, desclave Excalibur. Esta torpeza del ángel, su imprecisión cronológica y topográfica, desencadena deplorables espectáculos: la espada Muérdago —única que puede hacerlo— no acierta a matar al gigante Balder, para regocijo del monstruo; la espada que pende sobre la cabeza de Damocles, sostenida sólo por una fina crin de caballo, se precipita fatalmente; Roldán no encuentra por ningún lado su espada Durandarte y, pese a la previsible humillación, se defiende a bofetadas del enorme ejército que lo reduce al instante en los Pirineos; a falta de la mágica y temible espada que perteneció a su padre, Sigfrido se esfuerza en atravesar al dragón Fafnir con una Tizona de plástico, lo cual le acarrea no pocas burlas del gremio de animales mitológicos; y lo que es peor, no llega a mis manos ese as de espadas que necesito desesperadamente para ganar el juego en el que, esta noche, he apostado mi vida.
La máquina de languidecer (2009)
Ángel Olgoso
2 comentarios:
La danza de las espadas es compleja, ahí va el ejemplo del florete:
El uso del florete requiere saber geometría
del espacio y del plano, conocer las tangencias
y trazados regulares, dibujar paralelas
y hacer segmentos al viento como líneas rutilantes.
Es de gran eficacia la tirada adelante
lanzada a doble golpe si quieres asesinar.
El primer toque hiere y, si el rival se inclina,
hay que echar la segunda tirada como si fuera un axioma
directamente al corazón y clavar muy adentro.
Si vas a emprender un duelo a "sangre preliminar"
con un solo golpe basta para resolver la lucha,
es coreografía, es un arte elegante
que tiñe de color rojo el honor del vencido
y el estéril orgullo del invicto criminal.
Saludos
Francesc Cornadó
Exquisito poema. Certero como una estocada.
Un fuerte abrazo, amigo Francesc Cornadó
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