domingo, 24 de abril de 2022

Hablamientos y pensadurías

Eduardo Caballero Calderón. Hablamientos y pensadurías.

Primer cuaderno

Al leer a saltos lo que he venido borroneando en estas páginas descubrí qué es lo que estoy haciendo al escribirlas y para dónde voy. Cuanto a lo segundo, está visto que no voy a ninguna parte. Respecto de lo que estoy haciendo soy como el niño que, mientras el profesor explica un teorema de geometría o relata la segunda de las Guerras Púnicas — aunque pudo ser la primera, pero el niño lo ignora y no le importa saberlo — se pone a pintar monos y paisajes imaginarios para rellenar los espacios blancos de su cuaderno de matemáticas. Son imágenes que brotan de la nada, o del aburrimiento. Se hacen y deshacen, se modifican y se transforman como nubes en el cielo cuando sopla el viento. Un trazo más grueso al redondearse la punta demasiado blanda del lápiz, o una línea que se quería trazar derecha por aquello de ser la más corta posible entre dos puntos según el profesor de geometría, le sugieren al artista improvisado un castillo, una casa, el contorno brumoso del horizonte. Pues eso, precisamente es lo que he venido haciendo hasta aquí. Como pudiera pensarse a la ligera, no se trata de un trabajo desprovisto de interés.
Equivale a manchas, bocetos, apuntes que ejecuta el pintor en parte para soltar la mano y en parte para anotar gráficamente lo que más tarde podrá desarrollar en un lienzo. No importa si lo relega a ese rincón del taller donde se apilan, unos sobre otros y vueltos de revés, cuadros por terminar o malogrados por cualquier motivo. ¿Por qué el escritor no habría de hacer lo mismo que el niño que dibuja monigotes durante la clase de matemáticas, o que el pintor que mancha telas en el taller, o que el músico que teclea en el piano por el mero placer de improvisar? ¿Por qué no habría yo de escribir sin objeto, para no perder la costumbre de hacerlo o simplemente por matar el tiempo?

Hablamientos y pensadurías (1979)
Eduardo Caballero Calderón

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