lunes, 19 de junio de 2023

Las cosas más extrañas

Andrés Trapiello. Foto de Cristóbal Manuel.

Todo viene de lejos.

El del humo de leña en la mañana de invierno, el de las primeras gotas de la tormenta veraniega, el de la última rosa: perfumes efusivos.

Es cosa probada que uno deja de tener enemigos cuando deja de temerlos. 

Recuerdo que en el colegio, como castigo, nos hacían barrer las escaleras al revés, de abajo arriba. Había que hacerlo peldaño por peldaño. Se barría uno, se formaba un montoncito de basura, que se recogía y se pasaba al de más arriba, y así sucesivamente. Escaleras de treinta o cuarenta peldaños. Aún no sé si ello se debía a que aquellos benditos varones eran frailes o solo a que eran españoles. Quizá fuera una sabia combinación de ambas cosas. El castigo, lejos de irritarnos, nos producía una enorme gracia, porque no descubríamos en él una respuesta lógica a nuestra falta, sino solo la medida de la estupidez del que lo había impuesto, lo cual paradójicamente venía a afirmarnos en nuestro comportamiento y nos daba muchas más razones para infringir las leyes de conducta, que para acatarlas.

Las cosas más extrañas (1992)
Andrés Trapiello 

3 comentarios:

Ana dijo...

Ese castigo es tan extraño que me ha dejado perpleja, más que estupidez yo veo prepotencia en algo así y no me extraña que alentase a infringir sus normas de conducta, parece hecho a propósito para alimentar la rebeldía.

Higinio dijo...

Tienes razón, es extraño. Es cierto que el trabajo encomendado de barrer la escalera de abajo arriba es más laborioso y más lento. Hay que recoger el polvo de cada escalón sin poderlo acumular en el siguiente. Es un castigo singular, de pecado venial.

Un fuerte abrazo, amiga Ana

Ana dijo...

Es contrario al sentido común, y que los que han de ayudarnos a formarnos en la vida nos hagan eso puede explicar en parte porqué andamos tan perdidos.
He visto que sacaste nueva entrada, voy a echarle un ojo!!